domingo, 28 de agosto de 2011

Dueña de mi destino.


  • Honrar los compromisos.
Las deudas ocupan un espacio, y hasta que no son pagadas no lo desocupan. Créanme cuando les digo que el precio más barato en la realidad que conocemos es el dinero! Les recuerdo que nada existe, todo es Espíritu (Energía).

Cuando no tenemos algo, es porque el espacio está lleno! Cada vez que contraemos una deuda, se atrasa algo que esperamos. Hasta que no pagamos, no se genera el vacío para que pueda “llegar” algo diferente!

Toda la realidad que conocemos: salud, pareja, dinero, “realizaciones”… es “energía espiritual” materializada. En la realidad material, conocemos deudas ¨buenas” (una propiedad) y deudas malas (un carro de lujo). Como la vida siempre va en el sentido del Bien Mayor, energéticamente las deudas no son iguales.

Cuando pagamos la factura de energía eléctrica, dejamos libre el mismo espacio que ocupaba nuestra deuda. En cambio, cuando pagamos una deuda contraída para invertir en nuestra formación (terapias, talleres, libros, etc) dejamos libre siete veces el espacio que ocupaba nuestra deuda, ya que la vida siempre apoya los propósitos de crecimiento.

La curación ocurre en la realidad energética (invisible), y que sus efectos los vemos en la realidad material (visible). A veces, tenemos la ilusión infantil de que la consecuencia solo se da en el momento del hecho, sin tener en cuenta que en el Espíritu solo hay Eterno Presente.

Así, muchas veces hacemos cosas sin comprender sus consecuencias en nuestras vidas. Creemos como niños, que si no vemos el efecto en el momento, es porque no hay consecuencias. Las consecuencias de nuestras acciones se muestran en nuestras vidas: Somos el resultado de todo lo que pensamos (hablamos), sentimos y hacemos.

Cuando un niño rompe el florero de la sala en la mañana, no puede comprender que los padres lo castiguen en la noche. Lejos de pagar la consecuencia de su acción, se victimiza al culparse de ser un niño “malo” al que sus padres castigan, o hace de sus padres unos padres malos, y de este modo siente una falsa inocencia.

La víctima y el victimario no se separan, son dos caras de una misma moneda.

Cuando un adulto no asume su responsabilidad, busca de nuevo la pareja víctima/victimario y de este modo muestra que aún no ha crecido. La Vida siempre responde a nuestro llamado. Este sentimiento se repetirá hasta que podamos asumir que tenemos la “realidad” que hemos creado, lo podamos “ver” o no.

En la creación, primero es lo energético (invisible) y luego lo material (visible). Así es, para todo y todos.

Primera parte.

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