lunes, 8 de agosto de 2011

Psicoterapia y creatividad.


Milton Erickson, creía que para ayudar a las personas no había que sujetarse a los libros de psicoterapia, al contrario, promovía enfáticamente la flexibilidad, la singularidad y la individualidad en el facilitador del proceso de cambio personal.

De este modo, Erickson se caracterizaba por la utilización de los recursos interiores propios de las personas, los que consideraba únicos de cada individuo, para encarar con creatividad y eficacia los problemas de la vida cotidiana.

Aconsejaba observar cada problema como si fuera nuevo, sin compararlo con nada, ni atender las respuestas del pasado. El trabajo y las intervenciones de Erickson variaban creativamente con cada cliente, para convertirse en una obra única.

Erickson estaba convencido de la singularidad de cada individuo, quien motivado por necesidades personales muy propias, requería maneras originales, como si de un traje a la medida se tratara, para abordar su situación sin que se emplearan con él recetas terapéuticas. Él decía: “Cuando en la terapia abordes un problema difícil, haz de el un esquema Interesante”.

A diferencia de los psiquiatras de la época, se mostró renuente a formular una teoría de la personalidad, ya que pensaba que limitaban la psicoterapia y llevaban a los psicoterapeutas a actuar con rigidez, en detrimento del trabajo con los clientes.

Su abordaje era primero captar la atención de la persona por medio de la sorpresa, del impacto, recurriendo a cuentos didácticos. Les contaba historias que tenían una estructura y un argumento, a menudo con final feliz y esperanzador.

El nombre de Milton H. Erickson sobresale aún hoy día por encima de todos en el manejo de la terapia contra el estrés, y para muchos otros condicionamientos provocados por traumas psicológicos, incluso algunos que parecen tener un origen enteramente físico.

Golpeado en su adolescencia con la poliomielitis y ya entonces afectado con discapacidades congénitas, superó todas ellas y siguió adelante hasta lograr la educación necesaria para ser un excelente terapeuta en el campo de la hipnosis. Padeció problemas físicos durante toda su vida y sufrió un segundo ataque de polio cuando tenía 51 años, siendo la excepción a la regla de que un primer ataque confiere inmunidad.

Su resistencia de mente y cuerpo y la ausencia de autocompasión, le permitieron trascender los límites de su destino para convertirse en el “Sanador Herido”, como a menudo se llamaba a si mismo.

El éxito en compartir esta actitud con aquellos que trataba, lo ponía en un buen lugar para acompañarlos en sus procesos de sanación y en el menos afortunado de los casos, a conducirlos a la aceptación de que sus dolencias eran parte de su destino y que no podían ser curados.

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