Incluí el trabajo con el
árbol genealógico en mi práctica terapéutica hace seis años, y el
enriquecimiento que he recibido es invaluable, en las dimensiones materiales,
emocionales y mentales. Mi propio árbol me condujo a transitar los senderos del
chamanismo. Con los viejos sabios mayas aprendí que junto a cualquier persona
siempre andan todos sus ancestros. Luego, una amiga venezolana me introdujo al
trabajo de Psicochamanismo, con “El collar del tigre” de Cristóbal Jodorowsky,
y el hijo me llevó al padre.
Así, de la mano de Alejandro
entré al universo de la psicogenealogía o estudio del impacto que genera el
árbol genealógico en nuestra alma. Él dice que cada uno de nosotros está
habitado por las tres generaciones que nos preceden. Somos el resultado de las
siete parejas principales del árbol: la pareja de los 4 bisabuelos, la pareja
de abuelos paternos y maternos, y la pareja que formaron nuestros padres. A
donde quiera que vayamos, llegamos con un mínimo de catorce personas. Todo
nuestro “clan” va siempre con nosotros, independiente de la relación que
tengamos con la familia. Esto ocurre con la participación de nuestra conciencia
o sin ella.
De modo que, cuando la
persona es inconsciente de la influencia de su clan, lo único que recibe de él
es la condena: embrollos, enfermedades, destinos difíciles y pérdidas
(materiales y emocionales). En los casos en que una misma situación se ha
repetido en tres generaciones sin ser resuelta, se vive como maldición que se
repite de generación en generación. La familia es como una olla psicológica
llena de secretos, tabúes, juicios, silencios, vergüenzas y culpas. En todos
los árboles hay asesinatos, locuras, robos, infidelidades, encarcelamientos,
incestos, abusos, abortos y excluidos.
Cualquier área de
nuestras vidas que esté expresándose con pobreza, dificultad o dolor, tiene su
origen en el árbol. En constelaciones familiares aprendí que donde esta la
enfermedad también esta la sanación. También, el árbol es un cofre lleno de
tesoros acumulados a lo largo de muchas generaciones. Las familias nobles,
célebres o ilustres, suelen tener árboles muy embrollados, ya que las
implicaciones difíciles se multiplican exponencialmente en proporción a sus
riquezas, legados y reputación. Detrás de sus apellidos, hay generaciones de
ancestros esclavistas, asesinatos por territorio, hijos mulatos no reconocidos,
incestos ocultados, abortos de amantes, y muchos problemas de herencias.
Una forma simple de mirar
lo que ha ocurrido es ver las fotografías familiares. ¿Quién falta en ellas?
¿De qué manera están colocados sus miembros? ¿En qué escenario ocurren? ¿Fueron
tiradas en alguna fecha especial?
Todas las familias tienen
“ovejas negras” o personas diferentes por su sensibilidad, rebeldía o por
recorrer un camino distinto al de los demás. En muchas ocasiones, los temas no
resueltos son mostrados por ellos. La mayoría de las familias los excluyen,
ocultan, rechazan o discriminan. El asunto es que despreciar algún miembro del
árbol sería como eliminar un órgano o miembro de nuestro cuerpo, entonces, otra
persona representará a aquel que fue sacado. El árbol es un organismo vivo. Al
igual que un cuerpo, si le extraen un órgano, otro órgano hará su función, a un
precio muy alto, con tal de que el cuerpo siga con vida.
La primera pregunta que
le hago al cliente a la hora de construir su árbol es: ¿Qué quieres para ti en
este momento de tu vida? La respuesta me revela “la trampa” o prohibición
fundamental de su árbol genealógico. Por ejemplo, si alguien me responde que
quiere paz, busco donde se han generado las luchas, batallas o guerras de la
familia. Si me responde que desea formar su familia y ser feliz, busco las
negaciones de permiso para las relaciones. Quizás, alguien se enamoró de una
persona de una clase, raza o cultura no aceptada por su árbol y pagó un precio
muy caro por ello.
Conocer nuestro árbol es
dar un salto de conciencia. Nadie
tiene problemas individuales, toda la familia está siempre en juego. Así como
tenemos un alma individual, existe un alma familiar que incluye a todos los
miembros del sistema. Lo que logra uno de sus miembros beneficia a todo el clan,
por el principio de los campos morfogenéticos explicado por Rupert Sheldrake. Desde
el mismo momento en que alguien toma conciencia de algo, todos los suyos
también la toman.
Para
el árbol, ese alguien es un “héroe” que como Prometeo trae el fuego sagrado, a
los que estaban en la oscuridad. La psicogenealogía está destinada a ser la gran
revolución del siglo XXI,
tal como el psicoanálisis
lo fue en el siglo XX. Lo que sanamos de nuestro árbol, queda sanado tanto para
las generaciones que nos precedieron como para las que vendrán. Al elevar nuestra
consciencia, todas nuestras semillas mejoran. Eso incluye a nuestros hijos y a
los hijos de nuestros hijos, así como a todas las obras que realicemos y dejemos
como legado en el mundo.
Para mí, la construcción
del árbol genealógico es el mejor regalo de amor que podemos darle a nuestra
descendencia.
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