El domingo, en la presentación de uno de los
grupos de psicogenealogía cuyo trabajo fue “Vida-Muerte-Vida”, ocurrieron
sucesos muy singulares de esos que llegan inesperadamente para guiarnos,
mientras nos dejan sumidos en un estupor y asombro que dura varios días…
Ese día, como parte del ritual de la muerte
quemamos las cosas que hacen difícil el transitar por nuestro destino. El contenedor
para el fuego fue el caldero de “bruja” de una buena amiga, que actualmente
esta en Canadá, facilitado para la experiencia por su hija que está en la formación.
Todo estaba bien. A lo largo de mis vivencias
en el mundo mágico estas cosas ocurren con naturalidad. El fuego es un elemento muy utilizado en los rituales;
nos aporta fuerza, valentía, coraje, pasión por la vida y mantiene presente en
nuestra consciencia que la energía del espíritu es todo lo que fue, lo que es y
lo que será.
Nada existe
afuera…todo está adentro…el fuego interior nos impulsa a buscar nuevos caminos,
a enfrentar nuevos retos y correr riesgos. Al trabajar con el fuego nos
sentimos vigorosos, entusiastas, optimistas y creativos. La danza activa al
elemento fuego, nos conecta con la alegría de vivir y con la fuerza interna.
Cuando despertamos a los elementales del fuego en nuestro interior, estamos contactando con el fuego sagrado que nos calienta, reconforta, y reanima a continuar la jornada cuando estamos exhaustos, abatidos o paralizados (congelados). El fuego interior es un faro que nos guía, llenándonos de valor y coraje cuando estamos temerosos y confundidos.
Desde tiempos
muy remotos, los elementales del fuego participan en rituales de fuerza física,
protección, valor, iniciativa, energía, deseo sexual, sensualidad, belleza,
pasión, entusiasmo, capacidad de gozo, alegría, optimismo, alto rendimiento,
capacidad de terminar los proyectos que iniciamos, amor por uno mismo y agradecimiento
por la vida.
Los seres elementales del fuego son llamados Salamandras,
y son de tamaños variados. Se reagrupan según su color que usualmente es rojo,
anaranjado, amarillo o violeta. Las Salamandras se forman con las llamas, y sus
formas cambian sin cesar buscando las formas de la silueta humana.
En chamanismo, el fuego representa la energía creadora
de Dios en su forma “Espíritu”. El fuego total es la suma de la llama y el
calor. Toda vida necesita el fuego del espíritu para existir. En psicogenealogía,
la llama representa a nuestros padres, abuelos, tíos, primos, y demás miembros
de familia que influencian nuestra “forma”. Por ellos pensamos, sentimos y
actuamos de una determinada manera.
La parte calor es representada por aquellos miembros
que por su llegada al árbol no conocimos; bisabuelos, tatarabuelos, y otras
generaciones más lejanas. Aquí también
encontramos a los aliados y las energías de la familia espiritual. Ellos nos guían
sutilmente por vía de las señales para que lleguemos con éxito a nuestro
destino.
La llama nos aporta la “fuerza” y se relaciona con la dimensión
material. El calor brinda el “poder” del fuego y se relaciona con la dimensión
espiritual de la existencia. Ninguna persona se expone a la llama sin que su “materia”
quede marcada. Frecuentemente, nos entregamos a la familia espiritual, en
detrimento de la familia natural, porque nos sentimos “poderosos”.
Podemos regular el impacto de las huellas que nos deja
el contacto con el calor, pero
el contacto con la llama no puede ser ocultado. El calor podemos combatirlo,
regularlo y evitarlo, y es así como nos relacionamos con la familia espiritual:
si la necesitamos la buscamos, si es agobiante la evitamos. Si no nos gusta el
calor nos vamos a un lugar “fresco”.
Así, saltamos de un lugar a otro sin que el compromiso
espiritual cuaje, o nos refugiamos infantilmente en un compromiso extremo
(fanatismo) para sentirnos más poderosos que la familia que nos marcó con su
contacto. Hoy día, la fuerza de la familia en que nacimos se reúne con el poder
de la familia divina. El cielo está descendiendo a la tierra, y la tierra está ascendiendo
hacia los cielos.
Ver físicamente este movimiento de liberación es otra
cosa. El corazón es el único que expresa la fuerza y el poder. Por ello, es el
centro de sanación por mediación del amor. El color de este centro (Anahata) es
el verde. El domingo vi el baile de las salamandras en un fuego verde esmeralda
jamás visto.
En el caldero de bruja de mi amiga, los espíritus de
nuestros ancestros danzaban con las salamandras en un rito de purificación y sanación
de nuestras imágenes de la Vida-Muerte-Vida.
Este es un tiempo de extraordinarias bendiciones! Doy gracias
a todos los que vinieron antes que yo, y a los que están ahora conmigo, por
legarme la fuerza y el poder para estar aquí y entregarme a la magnificencia de
esta bella aventura que llamamos vida.
Una experiencia memorable, llena de mensajes de transmutación y vida...
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