viernes, 5 de octubre de 2012

La magia de los árboles.


 
En la sabiduría de la naturaleza reposan los fundamentos de nuestro aprendizaje y la guía que nos orienta en nuestro sendero espiritual. Para los indios, la sanación llega por la escucha. Cuando entramos en el silencio, caminamos cuando las nubes están calmadas…

El espíritu de los arboles nos susurra en el sonido de sus hojas toda la sabiduría guardada en la Tierra. Las lecciones espirituales que nos enseñan estos hermanos, son un mapa para la reconexión con la fuente natural de la sanación: lo femenino.

Los indios norteamericanos se preguntan:

Si mi hacha golpea al hermano árbol.

¿Qué experimento yo en ese momento?

¿Qué experimenta el hermano árbol en ese momento?

¿Qué experimenta el hacha árbol en ese momento?

¿Qué experimenta el Universo árbol en ese momento?

¿Cuál es la experiencia colectiva en ese momento?

Cualquier acción emana y vibra con sus repercusiones.

Enraizados fuertemente en las entrañas de la Tierra, los arboles crecen buscando el cielo. Así, establecen una maravillosa conexión entre el Cielo y la Tierra y a la vez pertenecen a ambos. Ellos responden a las estaciones del año, reposando adormecidos en invierno para prepararse a su renacimiento en la siguiente primavera, repitiendo este ciclo año a año.

También nosotros respondemos a estos ciclos. Los indios dicen que todos somos Uno…un solo verso…en este Universo, participamos de la misma esencia. Todos nacemos de la Pachamama y a ella regresaremos…

La magia de los árboles es única y maravillosa. Desde tiempos antiguos recogen la sabiduría de la naturaleza. Los arboles son nuestros hermanos. Al igual que nosotros están vivos y sienten. Abrazar un árbol sana el corazón al recordarnos quienes somos y de donde vinimos.

Si estamos tristes, preocupados, angustiados o confundidos, el pesar se alivia cuando rodeamos el cuerpo de los arboles. Agradezcamos de corazón por su existencia.

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