La
mente no tiene pensamientos neutrales, casi siempre están cargados con el color
de nuestras emociones, que los colorean positiva o negativamente. La mayoría de
nuestros pensamientos son negativos, ya que la función de la mente es negar.
El
alimento principal del ego es el “no”, de esta forma muchos “no” crean un gran ego. Al decir
“no” creamos una falsa imagen de control. Así, cada vez que decimos “sí”, el
ego lo percibe como amenaza. Cuando negarnos a algo o a alguien lo percibimos
como fuerza.
Por
ejemplo, llegamos a alguna oficina con la necesidad de algún servicio o
producto, y un empleado nos la pone en la china. Tal vez le preguntamos algo, y
ni siquiera nos mira simulando estar muy ocupado. De esta forma, nos está diciendo
“no”. Puede hacernos esperar innecesariamente, atender una llamada, buscar
algo, etc. De este modo, siente que tiene poder, que no es un empleado cualquiera,
y que en sus manos está hacernos esperar.
Cuando
alguien está atravesando por momentos difíciles, o experimentando malestar
(físico o emocional), podemos encontrar la causa en una intoxicación energética,
por la cantidad de “no” con los que la persona se ha alimentado. Lo primero que
llega a la mente es el “no”, el “sí” es más difícil. Usualmente, el sí solo es
expresado cuando ya no podemos más, cuando la dificultad e intensidad de
nuestras dificultades nos ha llevado a rendirnos a una fuerza superior.
Siempre
estamos pensando acerca de alguien o algo, sin embargo pensar es una
pseudoactividad. Sentir es la verdadera naturaleza del ser, pensar no. Al
pensar nos da la impresión de que algo sucede, pero en realidad no ocurre nada.
Si tenemos hambre, pensar en la comida no nos satisface. Eso solo sucede cuando
comemos, ya que la satisfacción viene por la acción y no por el pensamiento.
Debemos
cambiar los hábitos de nuestra mente. En psicología, se suelen utilizar los
cambios de actividad para flexibilizar los patrones mentales. El cerebro tiene
muchos centros y cada uno funciona de modo distinto.
La
mente funciona diferente cuando estamos calculando en una operación matemática,
a cuando leemos poesía. Por esto, en las escuelas y universidades se cambia de
materia después de 45 minutos. Después de este tiempo el cerebro se cansa y
necesita una nueva actividad para que el centro que estaba funcionando se
reponga.
El
cambio enriquece. La rutina hace que la mente se vuelva obsesiva y se resista
al cambio. Siempre podemos hacer algo para descansar la mente. Por ejemplo,
respirar durante 5 minutos. La espiración debe ser tan profunda como podamos,
dejando que el propio cuerpo tome el aire y no nosotros. Luego, podemos continuar
haciendo lo que hacíamos.
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