lunes, 30 de abril de 2012

Relato japonés.


Un belicoso Samurai desafió en una ocasión a un maestro Zen a que le explicara el concepto del cielo e infierno.

Pero el monje respondió con desdén: “No eres más que un patán. ¡No puedo perder el tiempo con individuos como tú!”.

Herido en lo más profundo de su ser, el Samurai se dejó llevar por la ira, desenvainó su espada y gritó: “Podría matarte por tu impertinencia”.

Eso, repuso el monje con calma, “es el infierno”.

Desconcertado al percibir la amistad en lo que el maestro le señalaba con respecto a la furia que lo dominaba, el Samurai se serenó, envainó la espada y se inclinó, agradeciendo al monje la lección.

Y eso, añadió el monje, “es el cielo”.

“La paz interior se halla cuando el que busca deja de hacerlo, no por haberla encontrado, si no por descubrir que siempre estuvo con él y no fuera de él.”

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