El punto de partida de sueño y deseo es el mismo: nuestra
mente.
-La vida del sueño
queda ahí, en la mente. El sueño, por definición, está desligado de la
realidad, carece de un fundamento que lo haga realizable. Por ese motivo, el
sueño nos produce placer simplemente con volar libre por nuestra imaginación.
El sueño no implica acción ni compromiso personal.
Pero un sueño se puede tornar en deseo.
-El diccionario define deseo como “movimiento de la voluntad
hacia el conocimiento, la posesión o el disfrute de algo”. Por lo tanto el
deseo implica acción y felicidad. El deseo es cambio.
La intención es parte de la voluntad que define al deseo,
pero con rumbo concreto.
Aunque inicialmente hayamos enmarcado el deseo en una
esfera concreta (por ejemplo, la laboral), los cambios, como la vida, son en
red. El hecho de examinar las esferas de nuestra vida en la que puede influir
nuestro deseo, nos mantiene ligado a nuestra realidad presente.
Y recuerda… los deseos siempre se cumplen.
Son fragmentos de “Cuidado con los deseos.
Se pueden cumplir”,
de José Martín Gris.
de José Martín Gris.
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