Exponernos
frente al otro para que nos sirva de espejo y nos refleje aquellas áreas de
nosotros mismos que no podemos mirar, es una maravillosa oportunidad para ver
nuestras sombra. Debemos confiar en que
cada verdad incómoda que enfrentamos, crea una abertura mayor a las cosas que
estamos buscando que lleguen a nuestras vidas.
La primera
vez que hice este ejercicio les pedí a mi madre y a mis hijos que me apoyaran. Les
entregue unas hojas para que se expresaran por escrito, de modo que tuviera
menos oportunidad para olvidar o hacer una interpretación libre. De no haber
estado presente, podría haber pensado que los cuatro se pusieron de acuerdo, ya
que me veían de modo muy similar.
Nuestras virtudes
y nuestros defectos son dos caras de una misma moneda. Lo que les gustaría que
fuera diferente, solo mostraba el aspecto negativo (en desbalance) de aquello
que les gusta en mi. Por ejemplo, me expresaron que es difícil relacionarse
conmigo cuando me muestro psicorígida, perfeccionista y exigente, y que admiran
que soy inteligente, creativa y organizada.
La esencia
es una porque es completa, sin embargo, ponemos una atención excesiva en los
aspectos negativos. Es por eso que nos enojamos con la gente que nos muestra lo
que hemos querido esconder, rechazar, ignorar y negar de nosotros mismos. Todo lo
que se excluye o separa nos produce un gran dolor y vacío. La única vía para una
vida plena es estar completos, con nuestra luz y nuestra sombra.
A donde va
nuestro pensamiento, va nuestra energía. Este ejercicio nos brinda la
oportunidad de re-enfocarnos en sintonía con el espíritu. Cuando nos movemos en
el espíritu sentimos ligereza y bienestar. Cualquier dolor o malestar me
muestra un aspecto no integrado de mí. Auto-observarnos disminuye la
oportunidad para la distracción de la consciencia.
Las situaciones
y relaciones que nos molestan son bendiciones disfrazadas. Agradecer lo que se
presenta como difícil nos reconecta con esta realidad, abriéndonos a la
oportunidad de sanar, y estar despiertos y receptivos para reconocer la divinidad
que vive en el interior de todos. Todos somos parte de la misma Unidad, cada
vez que bendecimos, especialmente lo que nos cuesta ver como
bueno, multiplicamos el efecto de la bendición.
Ejercicio:
Elige a una persona con la que tengas un desafío de
crecimiento. Colócate en su posición y escribe en una hoja de papel lo que esta
persona podría querer decirte acerca de lo que admira, honra, respeta y/o ama
de ti. De igual forma, lo que le gustaría que cambiaras o fuera diferente. Si te
sientes con la fuerza o el valor, es recomendable que lo hagas con la persona
en cuestión.
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