El otro nunca es responsable. Estad atentos. Si os
volvéis sabios en el momento, no habrá problema. Pero todo el mundo se vuelve
sabio cuando el momento ha pasado. La sabiduría retrospectiva no vale nada. Cuando
lo habéis hecho todo, cuando habéis luchado, sermoneado y os habéis quejado y
luego os habéis vuelto sabios y visto que no tenía sentido, es demasiado tarde.
No sirve para nada... porque ya habéis cometido el daño.
Esta sabiduría es una sabiduría falsa. Os brinda la sensación de que habéis
entendido. Ese es un truco del ego. Esa sabiduría no os va a ayudar. Cuando
estabais haciendo lo que hacíais, en ese mismo momento, simultáneamente, es
cuando ha de surgir la percepción y deberíais comprender que lo que hacéis es
inútil.
Si sois capaces de verlo cuando está presente, entonces
no podéis hacerlo. Jamás se puede ir contra la propia percepción, y si se va
contra ella, esa percepción no lo es. Se la está confundiendo con otra cosa. Así
que recordad, el otro jamás es responsable de nada. Es algo que hierve en
vuestro interior. Y por supuesto la persona a la que amáis es la que está más
próxima a vosotros.
No podéis arrojárselo a un desconocido que pasa por la
calle, de modo que la persona que más próxima tenéis se convierte en el
receptáculo en el que podéis continuar vertiendo todas vuestras tonterías. Pero
hay que evitar eso, porque el amor es muy frágil. Si lo hacéis demasiado, si os
excedéis, el amor puede desaparecer.
El otro nunca es responsable. Intentad que esto sea un
estado tan permanente de percepción en vosotros que siempre que empecéis a ver
algo malo en el otro, lo recordéis. Sorprendeos con las manos en la masa, para
poder parar en el acto. Y pedir que se os perdone.
Osho.
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