“La educación puramente
racional nos prohíbe usar el cuerpo en toda su extensión, dándonos la piel como
límite de nuestro ser, haciéndonos creer que es normal vivir en un espacio
reducido. Esta educación despoja al sexo de su poder creador, dándonos la
ilusión de que vivimos solo un corto tiempo, negando nuestra esencia eterna.
Nos inculca el miedo al cambio y nos mantiene en un nivel de conciencia
infantil donde veneramos lo seguro tóxico y detestamos la saludable
incertidumbre”.
Alejandro Jodorowsky; La danza de la realidad.
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