Acercándose el
tiempo de mi cumpleaños, celebro todos los obstáculos y desafíos que han hecho
de mi lo que soy hoy. En la vida, el
vencedor no es el más fuerte, sino el que resiste más. Esta fábula lo muestra:
Para llegar al mundo maravilloso de la Geometría sólo hay
dos caminos: una línea recta y un laberinto.
La línea recta está llena de obstáculos; los caminos del
laberinto se ven limpios y bien pavimentados…
Cierto día un cubo y una esfera decidieron competir en
una carrera.
El primero dijo:
-“¡Como soy un cubo inteligente, elijo el laberinto!”.
La segunda dijo:
-“¡Como soy una bolita imperfecta, elijo la línea recta!”
¡Comenzó el torneo! La esfera rodó velozmente por la
línea recta pero al poco tiempo encontró toda clase de cosas que la frenaron.
Le costó un enorme trabajo avanzar.
En cambio el cubo se deslizó como trineo por las suaves
avenidas del laberinto, pensando:”¡Bolita tonta: no se dio cuenta que la
distancia más corta entre dos puntos no es una línea recta sino la trayectoria
de menos resistencia!” Llegó primero a la meta. Atrás venía la esfera, muy
cansada.
Exclamó el cubo:
-“¡Gané! ¡Este mundo es mío! ¡Tú no tienes derecho a
entrar en mi propiedad!”
La bolita no le hizo caso y se colocó en medio del maravilloso
mundo de la Geometría como si fuera suyo.
-“¡Te expulsaré!” vociferó el cubo.
-“¡Pfss!”, lo despreció la esfera.
El cubo saltó sobre la bola para clavarle una arista,
pero como a ella el esfuerzo contra los obstáculos la había endurecido, en
tanto que a él la facilidad del camino lo había reblandecido, al golpearla se
partió en mil trozos.
Antes de caer disgregado, el cubo insistió:
-“¡A pesar de todo gané, porque llegué primero!”
Al disolverse en el limbo de los volúmenes muertos, oyó
que la bola le decía:
-“¡Qué importa que hayas sido el primero si soy yo la que
voy a permanecer!”.
Tomada de plano creativo.
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