El crecimiento es un proceso, tanto si es interior o exterior. El
florecimiento interior también necesita tiempo. En muchos casos, el mayor
regalo de amor que hacemos, al otro y a nosotros mismos, es disfrutar que sea
quien es. Por mucho que deseemos cambiar la realidad, pasar directamente de la
alcantarilla a la perfumería de nuestro ser es una ilusión, que solo nos dejara
cansados y frustrados.
Comparto con ustedes este ilustrador cuento sufí de Rumi.
Tahar y la botella de perfume.
Desde que era
alcantarillero, Tahar se pasaba todas sus jornadas chapoteando entre los
excrementos. Un buen día, al salir de su trabajo, una perfumería despertó su
curiosidad y entró en el establecimiento.
Asombrado por
todas estas fragancias desconocidas, aspiró profundamente para captarlas mejor,
pero su cuerpo se puso rígido y perdió el conocimiento en el acto. Trataron de
reanimarle sin éxito. Le hicieron respirar sales, le dieron cachetadas en las
mejillas, le rociaron con agua, pero todo fue en vano. Tahar seguía
inconsciente.
Avisado, su padre
se fue a toda prisa hacia la perfumería, provisto de una cajita de excrementos.
Una vez allí, se acercó a Tahar y abrió la caja ante su nariz. Algunas segundos
más tarde, éste se despertó, asombrado de encontrarse en una situación
semejante.
Rumi.
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