Hace unos días, una amiga me envió la página de una mujer
que hace un trabajo que yo inicie hace unos años. Al cabo de un tiempo, cambie
el nombre más no la esencia de mi propuesta. Visite su portal como quien visita
un hijo que se ha mudado de casa, solo para darle mi bendición y ver que está
bien.
Sin embargo, su desconocimiento del tema era evidente en
uno de los dos componentes del nombre. Aquel que aparentemente ella maneja
bien, es precisamente el que me llevo a cambiar de nombre, por sentir que no
tengo el aval para llevarlo dignamente.
Muchas personas se hacen expertas de cosas que no conocen
de cerca. Así como la palabra perro no muerde, estos sabios están vacíos de
conocimiento. El conocimiento solo nos llega cuando hemos asentido con humildad
a la realidad tal como es. Paradójicamente, quien se coloca en el lugar de
pequeño, la vida se ocupa de hacerlo grande.
Mis reflexiones en el tema me guiaron a esta fábula
pánica de Alejandro Jodorowsky
Discípulo:
A ver maestro, ¿qué le parece lo que hizo este hombre?
Quería hacer un tratado sobre las manzanas. Pero el
tronco del árbol estaba muy alto y muy liso. No se pudo trepar. Le interesaban
tanto las manzanas que compró un telescopio. Las observó durante años. Y
publicó este tratado: “Todo sobre las manzanas”.
Maestro:
¡En lugar de ponerse a estudiar las manzanas, debió
estudiar como trepar a los árboles!
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