martes, 8 de enero de 2013

La perseverancia llega del corazón.

 

"Sólo es el derrotado quien desiste. Todos los demás son vencedores".
Manuscrito encontrado en Accra; Paulo Coelho.


Algunas personas buscan el amor en los demás, en el mundo o en ellos mismos porque no se creen merecedores de ese amor. En cambio, otras son testigos del amor. A partir de ahora, se acaba la autoflagelación. ¡Ya no es posible seguir viviendo desde la carencia! ¡El amor está presente en toda la creación! Cuando vemos a alguien o algo desde el dolor nos separamos de la energía, que sostiene la creación.

Así, reducimos nuestro presente a un medio para conseguir un fin, en vez de verlo como un espacio donde recibimos la fuerza que sostiene a todo lo que auténticamente “es”. Un testigo es alguien que demuestra o atestigua la verdad (o la existencia) de algo.

Cuando encarnamos el arquetipo del amante desde un buen lugar, tenemos la fuerza y la dignidad de asentir a nuestras emociones y sentimientos. No necesitamos aprobación de nadie, ni tenemos fines ocultos en lo que mostramos de nosotros. Tampoco tenemos necesidad de justificarnos.

Ser auténticos con lo que sentimos, requiere perseverancia, pero esta fuerza solo proviene del corazón. Quien sintoniza la fuerza del corazón se convierte en un vencedor. Quien vive desde la derrota es porque ha desistido. Así, conectamos con emociones y sentimientos negativos como la impotencia, tristeza, rabia, resentimiento, etc.

El ego nos hace creer que el problema es el corazón, y le creemos porque así podemos sentirnos inocentes acerca de nuestro malestar. Reconocer que somos los responsables de nuestro sufrimiento es una tarea dolorosa. Para evitar ese dolor, desoímos a nuestro corazón y seguimos en un círculo vicioso.

El corazón es la vía para entrar en la dimensión espiritual, pero ese camino es transitado solo por los valientes. La pareja Guerrero/amante nos lleva del miedo hacia el amor. El ego se fortalece con el miedo porque le da el poder para controlar. El amor es confianza, por lo tanto no co-existe con el miedo.  El miedo no es real, solo el amor lo es.

En silencio, sitúate en la posición del observador que hay en ti, que no juzga, no critica, no discrimina, ni tiene miedo, y le das la bienvenida al misterio de la vida que te engendra…en cada respiración abrázate con delicadeza. Ese es tu regalo, recíbelo…escucha los latidos de tu corazón.

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