"Sólo es el derrotado quien desiste. Todos los demás
son vencedores".
Manuscrito encontrado en Accra; Paulo Coelho.
Algunas personas buscan el amor en
los demás, en el mundo o en ellos mismos porque no se creen merecedores de ese
amor. En cambio, otras son testigos del amor. A partir de ahora, se acaba la
autoflagelación. ¡Ya no es posible seguir viviendo desde la carencia! ¡El amor
está presente en toda la creación! Cuando vemos a alguien o algo desde el dolor
nos separamos de la energía, que sostiene la creación.
Así, reducimos nuestro presente a
un medio para conseguir un fin, en vez de verlo como un espacio donde recibimos
la fuerza que sostiene a todo lo que auténticamente “es”. Un testigo es alguien que demuestra o atestigua la
verdad (o la existencia) de algo.
Cuando encarnamos el arquetipo del
amante desde un buen lugar, tenemos la fuerza y la dignidad de asentir a
nuestras emociones y sentimientos. No necesitamos aprobación de nadie, ni
tenemos fines ocultos en lo que mostramos de nosotros. Tampoco tenemos
necesidad de justificarnos.
Ser auténticos con lo que sentimos,
requiere perseverancia, pero esta fuerza solo proviene del corazón. Quien
sintoniza la fuerza del corazón se convierte en un vencedor. Quien vive desde
la derrota es porque ha desistido. Así, conectamos con emociones y sentimientos
negativos como la impotencia, tristeza, rabia, resentimiento, etc.
El ego nos hace creer que el
problema es el corazón, y le creemos porque así podemos sentirnos inocentes acerca
de nuestro malestar. Reconocer que somos los responsables de nuestro
sufrimiento es una tarea dolorosa. Para evitar ese dolor, desoímos a nuestro
corazón y seguimos en un círculo vicioso.
El corazón es la vía para entrar en
la dimensión espiritual, pero ese camino es transitado solo por los valientes.
La pareja Guerrero/amante nos lleva del miedo hacia el amor. El ego se
fortalece con el miedo porque le da el poder para controlar. El amor es
confianza, por lo tanto no co-existe con el miedo. El miedo no es real, solo el amor lo es.
En silencio, sitúate en la posición
del observador que hay en ti, que no juzga, no critica, no discrimina, ni tiene
miedo, y le das la bienvenida al misterio de la vida que te engendra…en cada
respiración abrázate con delicadeza. Ese es tu regalo, recíbelo…escucha los
latidos de tu corazón.
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