domingo, 6 de enero de 2013

Todos nacemos de la luz, evolucionamos en la luz, y regresamos a la luz...

 
 

 

“La sombra no existe;
lo que tu llamas sombra es la luz que no ves”.
 
Henri Barbusse.

el invierno es un tiempo que nos recuerda la victoria de la Luz sobre la oscuridad. Sin embargo, no todos viven este tiempo como una celebración. Son muchas las personas que entran en sus oscuridades internas de modo inútil. Mirar nuestra oscuridad es una tarea necesaria y saludable, cuando logramos asentir a todo lo que somos.
Entonces, utilizamos lo que hemos visto de nosotros mismos para crecer. Mirar nuestra sombra se convierte en una acción inútil cuando usamos nuestra oscuridad para defendernos, y la proyectamos en los demás. Las estadísticas muestran que en las vacaciones de navidad y semana santa, las rupturas, separaciones y depresiones aumentan considerablemente.
Cuando vemos a nuestro alrededor festejo y alegría, pero no logramos sentirnos bien ni disfrutar, solemos buscar la razón en las personas que nos acompañan. Otras personas, son desdichadas todo el año, pero en vacaciones se olvidan de su sufrimiento y "disfrutan". Una de dos; o el sufrimiento era falso o la alegría es falsa. Ambos no pueden ser auténticos. Así, cuando pasa todo, vuelven a caer en un hoyo negro.
Sufrir por lo que nos hacen otros suele ser menos doloroso que asumir que, somos responsables por nuestro propio sufrimiento. No hay ninguna persona que no tenga Luz. La verdadera celebración emana de nuestra propia vida, y no es responsabilidad de nadie más. Ninguna persona debe juzgar a nada ni a nadie, ya que existe mucho más de lo que podemos ver superficialmente.
La vida es un misterio, los planes de Dios son secretos, y de la misma manera, la Luz de las personas está oculta también. Revelar la Luz presente en cada uno de nosotros es parte de nuestra madurez espiritual. Osho dice que deberíamos poder amar a todas las personas sin juzgarlas, de la misma manera en que lo hace Jesús, ya que todas las personas (aun las que creemos peores) son Luz.
Siempre existe mucha más santidad en las personas que acompañan nuestra vida, que la que podemos siquiera empezar a ver. Juzgar las acciones de los demás nos aleja de la santidad que nos enseñó Jesús. Por encima de lo que creemos, vemos o estimamos, siempre hay mucho más. Cuando logramos sacar los juicios de nuestra cabeza, la Luz presente en nosotros mismos y en los demás se revela.

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