Los cambios son
percibidos como amenazas.
Las resistencias son fuerzas contrarias al cambio. Son como corrientes marinas que se oponen al avance de un barco. Se manifiestan sin que seamos conscientes e influyen tanto en nuestro comportamiento, como en las “coincidencias significativas” o sincronicidades que nos ocurren en el momento en que se pone en marcha un cambio.
Jodorowsky dice que el árbol genealógico actúa
como un camarero que lleva su bandeja, cargada con vasos y botellas, apoyada
sobre una mano. Cuando un vaso se sale de su sitio (alguien que toma
consciencia), toda la bandeja se desequilibra y eso es lo que el camarero
tratará de evitar. El camarero se contorsionará y pondrá toda su atención en
encontrar un nuevo punto de equilibrio, antes de que todo se le vaya abajo.
Este es el momento donde el árbol “grita” porque el
sistema entró en desequilibrio. Para comprender este proceso, debemos tener la
conciencia de que el árbol genealógico es un ser vivo y lucha por su
permanencia. Cuando nos movemos, todo nuestro “clan” va con nosotros y esto es
sumamente amenazador para el árbol. Todas las transformaciones son delicadas y
requieren un espacio seguro y todo nuestro amor para ser completadas con éxito.
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