Marianne Costa, mujer de una belleza expansiva, me concede la oportunidad de compartir en esta entrevista ideas que conducen a una vida más lúcida, poética y sin límites
Ricardo Zárate: ¿Qué te impulsa a destinar tu vida al despertar de la
conciencia y a la sanación espiritual.
Marianne Costa: Cuando
niña, quería ser hada: me encantaban el vestido vaporoso, el sombrero
puntiagudo y la perspectiva de poder realizar los deseos de los demás sin
esfuerzos (probablemente porque en mi familia, la carga de irrealización e
infelicidad era muy fuerte, y me caían encima: tener una varita mágica hubiera
sido un ahorro de tiempo y energía). Después, en la adolescencia, empecé a
tener ganas de desarrollar mi ego y de llegar a mi poder personal: escribir,
actuar, cantar, ser vista y reconocida como escritora y protagonista. No tenía
una finalidad sublime o generosa, pero si un fuerte impulso hacia la creatividad
y la expresión personal. El ardid de la vida fue sencillo: mi propio dolor,
sentido de incompletitud, los bloqueos, las vergüenzas, etc., todo lo que me
impedía realizar mi sueño egolátrico, fueron las guías hacia varias
experiencias y técnicas de sanación, hacia varias lecturas y encuentros
espirituales, que me llevaron a abrir mi corazón, a desarrollar más capacidades
para ayudar y guiar a los demás en muchos aspectos, y que me hicieron sentir y
ver la belleza superior del despertar del espíritu frente a la afirmación terca
del yo individual. En estos últimos años me he percatado que en esta existencia
no hay nada estable ni seguro: ni vida material, ni amistades, ni
colaboraciones, ni pareja, ni ideas o creencias…todo fluye, nace y muere constantemente,
excepto la Conciencia. No hay “sanación espiritual”, sino que el Espíritu es lo
único que es, y necesitamos sanarnos (llegar a ser lo que auténticamente somos)
para reconocerlo. Dentro de esta tranquila desesperación, estoy haciendo lo
mejor que puedo para servir: trabajar en varias direcciones con todas las
herramientas que me fueron transmitidas a través de mi recorrido personal,
artístico y terapéutico, y en la medida de lo posible, hacerlo con alegría y
amor. Ahí vamos…
Ricardo Zárate: ¿Qué relaciones consideras tienen los jóvenes consigo
mismos y con el mundo actualmente? ¿Qué desafíos se encuentran en el camino de
la juventud y cómo trascenderlos
Marianne Costa: Todos, tanto los jóvenes como
los niños, los maduros y los viejos, estamos viviendo en un mundo que gira en
su mayoría alrededor de conceptos infantiloides y adolescentes. La religión del
lucro es un delirio colectivo, esta creencia que “más es mejor” está matando a
nuestro planeta. Por todos lados veo una generalización de la estética y de la
filosofía pornográfica: todo tiene que ser siempre más fuerte, más gordo, más
terrible, más excitante, más adictivo, más cortado de la vida real, de la
preciosa vulnerabilidad, del sentir, siempre “más” sin nunca llegar a ninguna
satisfacción real: más, más, más…, ¿y qué?
Un montón de
cosas muy simples, muy evidentes, no están tomadas en cuenta: por ejemplo, el
simple hecho de que estamos en estado de sobrepoblación nos invita a
reconsiderar a la vez la forma en que tratamos a la Tierra, pero también la
noción de pareja, de familia, de creatividad. Ya no se trata de un futuro
colectivo donde el propósito es “creced y multiplicaos”. Estamos frente a una
revolución total del sentido mismo de la humanidad, de lo que significa ser
humanos. Y esto, en formas sencillas y cotidianas. Estoy viendo gente muy
despistada, pero a la vez, veo una generación de jóvenes (en Europa y en
América) mucho más despiertos y hambrientos de co-crear un mundo nuevo. Pero,
por el momento, todavía estamos en una fase caótica. Descubrir lo que
verdaderamente es el Amor me parece la tarea más urgente de cada uno (¡Y me
incluyo en esta tarea!)
Ricardo Zárate: ¿La narrativa que conducirá a este mundo a
la transformación tiene voz de mujer?
Marianne Costa: No hay que confundir lo
femenino y la mujer. Evidentemente, estamos llegando a un momento de
desequilibrio máximo entre las energías masculinas predominantes y las
femeninas aplastadas por varias formas de patriarcado que han dominado durante
siglos. Pero este desequilibrio se da tanto en la mujer como en el hombre. Por
ejemplo, una chica normalmente neurótica, narcisista, hambrienta de poder, en
conflicto con su madre, quien nunca conoció a su padre, con un nivel de
consciencia bastante bajo y muchas ilusiones entusiasticas, se puede portar en
su vida cotidiana con una apariencia muy femenina (sobre todo si es guapa,
dulcecita, optimista…), pero actuando en formas que no tienen nada que ver con
los valores profundos de lo femenino. Las revistas femeninas son el ejemplo mismo
de lo que estoy describiendo. Pero también la exageración del pensamiento
positivo: voy a pedir lo que quiero y el Universo me lo va a dar… ¡Pero, por
favor! ¡Qué capricho tan asqueroso! Lo femenino se atreve a pedir todo lo que
quiera, pero agregando la fórmula mágica y maravillosa que es puro amor a la
Realidad: “pero que Tu voluntad sea hecha”.
La imagen de lo que es “la mujer” se ha convertido en una muñeca infantil y seca, manipuladora, obsesionada por su imagen, competitiva, superficial, caprichosa, para nada en contacto con su auténtico poder que surge del centro de la tierra. Cuando veo el rostro y los magníficos ojos azules de la Abuela Margarita de Jalisco, con sus setenta y pico años, veo la Belleza femenina, y también una fuerza sexual alucinante. Y, por otro lado, he podido reconocer en varios “hombres notables” (como por ejemplo el maestro Arnaud Desjardins, o el maestro chamánico y escritor Luis Ansa) el resplandor de la feminidad que ni siquiera estaba despierta dentro de mí: la capacidad de consentir, sentir, amar y acoger: una fluidez absoluta alrededor de un eje luminoso.
En este mismo momento estoy trabajando sobre una novela con la cual me gustaría lograr expresar estas cosas a través de un viaje iniciático… ¡Veremos si logro terminar de escribirla!
Autor: Ricardo Zárate.
Marianne Costa, es escritora de los libros El infierno prometido y, junto a Alejandro Jodorowsky, de los títulos La Vía del Tarot y Metagenealogía. Nacida en Francia, Marianne Costa, además de ser poeta, traductora, compositora y cantante de rock, se desempeña como terapeuta. De la mano del Tarot de Marsella, la escritora recorre varios países de Europa y América -México incluido-, para impartir talleres que buscan, mediante el reconocimiento de las cualidades del espíritu humano, sanar las emociones del consultado.
La imagen de lo que es “la mujer” se ha convertido en una muñeca infantil y seca, manipuladora, obsesionada por su imagen, competitiva, superficial, caprichosa, para nada en contacto con su auténtico poder que surge del centro de la tierra. Cuando veo el rostro y los magníficos ojos azules de la Abuela Margarita de Jalisco, con sus setenta y pico años, veo la Belleza femenina, y también una fuerza sexual alucinante. Y, por otro lado, he podido reconocer en varios “hombres notables” (como por ejemplo el maestro Arnaud Desjardins, o el maestro chamánico y escritor Luis Ansa) el resplandor de la feminidad que ni siquiera estaba despierta dentro de mí: la capacidad de consentir, sentir, amar y acoger: una fluidez absoluta alrededor de un eje luminoso.
En este mismo momento estoy trabajando sobre una novela con la cual me gustaría lograr expresar estas cosas a través de un viaje iniciático… ¡Veremos si logro terminar de escribirla!
Autor: Ricardo Zárate.
Marianne Costa, es escritora de los libros El infierno prometido y, junto a Alejandro Jodorowsky, de los títulos La Vía del Tarot y Metagenealogía. Nacida en Francia, Marianne Costa, además de ser poeta, traductora, compositora y cantante de rock, se desempeña como terapeuta. De la mano del Tarot de Marsella, la escritora recorre varios países de Europa y América -México incluido-, para impartir talleres que buscan, mediante el reconocimiento de las cualidades del espíritu humano, sanar las emociones del consultado.
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