“El sueño es una
puerta estrecha, disimulada en lo que tiene el alma de más oscuro y de más
íntimo; se abre sobre la noche original y cósmica que preformaba el alma mucho
antes de que existiera la conciencia del Yo, y que la perpetuara hasta mucho
más allá de lo que pueda alcanzar la conciencia individual.”
Carl G. Jung
Hace unos días, soñé que una
amiga moría. Desperté con taquicardia y ansiedad. No recuerdo una vez anterior
a esa en que me haya impresionado tanto en un sueño. La noche anterior, habíamos
hecho un ritual frente al abuelo fuego en el que nos despedíamos de los dolores
que se esconden en algunos rincones del corazón.
Éramos seis mujeres sentadas
alrededor del fuego tomando una copa de oporto. De pronto, la amiga con la que soñé
empezó a contar una tragedia familiar en la que perdió a su cuñado y a su
sobrino. Mientras los recuerdos llegaban, sus lágrimas corrían por sus mejillas
al contactar el dolor de su familia -y el suyo propio- por tan triste pérdida.
Su relato abrió el espacio
para que cada una contactara sus propios muertos, mientras los “Apus”, espíritu
de la montaña nos sostenían con su colosal fuerza. Al otro día, recibimos una
llamada en que nos avisaban que el padre de otra amiga había hecho su cambio
hacia el espíritu.
Estoy segura que mi sueño fue
la “transmisión de prueba” de mi inconsciente, para empezar a experimentar un
cambio grande e irreversible. La existencia se trata de una danza entre la vida
y la muerte. Cada paso de avance conlleva una despedida, y hacerlo sin dolor es
el signo de que estamos conscientes y asumimos el precio.
El otro escenario es oponernos
a avanzar. Así, mantenemos la infantil ilusión de no perder nada. Al cabo de un
tiempo, lo que queremos conservar nos hace sufrir. ¡La bendición es nueva en
cada día! Pretender mantener la bendición de ayer con nosotros, es vivir con la
muerte en vez de la vida.
El pasado y el futuro son
muerte, solo viviendo en el hoy tenemos vida.
¿Se pueden interpretar los sueños?
Sólo la persona que
sueña puede interpretar sus propios sueños, porque éstos están escritos en el
lenguaje de su propio inconsciente. Hay símbolos de carácter universal que
corresponden a arquetipos que compartimos en el inconsciente colectivo, pero
aún así, hay que abstenerse de interpretar el sueño de otra persona, para no caer
en la toma de poder sobre la misma. Cuando interpretamos cualquier símbolo,
siempre debemos ser muy positivos, puesto que nos afectará en la medida de cómo
lo interpretemos.
¿Qué podemos hacer con los sueños?
Es muy importante
aplicar las enseñanzas recibidas en los sueños a la vida diurna ya que
cualquier enseñanza no se convierte en operativa hasta que es aplicada.
Recordemos que cada sueño es una carta escrita a uno mismo que contiene un
valioso mensaje. Sería una pena dejar esta carta sin abrir.
¿Y si el sueño viene en formato pesadilla?
Cualquier mensaje que
nos llegue desde el inconsciente siempre es para bien…Las pesadillas son
mensajes del inconsciente que te dice: “hay aspectos de tu persona real que no
te atreves a vivir y que ves como angustiosas monstruosidades. Aprovecho que
estás dormido para inquietarte, despertar tu curiosidad, llamarte, rogarte,
perseguirte para que por fin entres en mi reino, que es el de tu verdadera y
maravillosa esencia. Cesa de temer, hazme frente. Pregúntame: ¿qué me quieres
decir con este sueño?
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