viernes, 23 de noviembre de 2012

De la pobreza a la prosperidad.

 
La mente es la única que puede sintonizarse con la pobreza, ya que su diseño es generar la realidad desde los recursos materiales. El tema con esto es que todo lo material se agota, desaparece, se acaba, por lo que la mente pretende sentirse segura “controlando” para no sufrir cuando ocurra la pérdida.
El alma es la energía esencial (espiritual) del Ser cuando está encarnada en la materia, por lo cual, responde a las leyes de la materia, pero tiene la inmensidad de la potencialidad que caracteriza el ámbito del Espíritu. El alma se comporta como  el turista respetuoso y conciente que llega de visita a un lugar y, se somete a las leyes que reinan allí aunque sean muy diferentes a las suyas.
El Espíritu es nuestra naturaleza esencial libre e ilimitada que no puede ser atrapado, enfermado ni limitado. Es la misma esencia del Creador. El alma puede responder a ambas dimensiones. Cuando le damos la autoridad a la mente reducimos el alma a la pequeñez y limitación de la vida material.
En cambio, si reconocemos como autoridad al Espíritu, el alma logra traer la infinitud de la dimensión espiritual a una experiencia en la materia, sin que haya por medio el proceso de muerte. Cuando estamos en la conciencia infantil, creemos que el dolor y el sufrimiento desaparecerán si morimos.
La pobreza nos llega cuando nos desconectamos de la vida, de modo que inconscientemente con la pobreza mostramos nuestro anhelo de muerte, pero como el sufrimiento no cesa perpetuamos el círculo vicioso que alimenta el sufrimiento.
Sintonizarse con la abundancia es vivir desde la certeza de que todo lo que proviene de la dimensión espiritual es inagotable, ya que el Creador es infinito. De esta forma, se hace natural renunciar al sufrimiento sin tener que experimentar la muerte, es tener la experiencia de vivir el cielo en la tierra.
Pasar de la pobreza a la abundancia es algo que mucha gente dice que quiere, pero la realidad nos muestra que la gran mayoría realmente no puede. La razón principal es que mucha gente se identifica con la mente para vivir la ilusión de “grandeza”, cuando el único camino posible para la abundancia es reconocernos como “pequeños” ante lo auténticamente “grande”; Dios como Creador, la vida como su creación y los padres que hicieron posible que llegáramos al mundo como criatura.
El cambio de la pobreza a la abundancia solo ocurre por mediación de la “humildad”. Entonces, podemos despedirnos de las ilusiones y reconocer exactamente lo que es. Vivir en una conciencia de abundancia es reconocer la verdad más grande y más importante de todas: Todo lo que existe es un regalo. No hemos creado nada, esa es la verdad.  
El regalo más grande es la vida y nos llego por vía de nuestro padre y nuestra madre. Cualquier otra cosa viene gracias a ese hecho esencial. Reconocer eso nos lleva en un movimiento natural hacia la humildad. Entonces, es fácil ocupar nuestro lugar que es por debajo de todo. En ese momento, le podemos decir a papi y a mami: "¡Gracias, gracias, gracias por todo!".
Así, es posible hacer algo bueno con aquello que nos dieron. La fuerza de la vida que nos llega por medio de nuestros padres (detrás de nosotros) actúa como un imán para la prosperidad. La verdad más grande son los hechos, y los hechos se muestran por los efectos que producen.
Karina Pereyra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario