Si siento
compasión por alguien, sufro con él Su sufrimiento me conmueve de tal manera que
yo también sufro con él Esta compasión es amor, amor al prójimo. Mi compasión
hace más leve el sufrimiento del otro. No sufre solo.
¿Qué me
ocurre si sufro con el de ese modo humano? También yo me hago mas humano. Sé
que también a mi! me puede tocar un sufrimiento así, que también a mí me
aliviaría mi sufrimiento si otros sufrieran de ese modo conmigo y me mostraran
su amor humano.
Otra cosa es
si lamento el sufrimiento del otro, en lugar de sufrir humanamente con él. Mi
lamento hace su sufrimiento mas pesado. Con mi lamento también lo dejo solo.
Con mi lamento me cierro mas bien ante su sufrimiento en lugar de compartirlo
con él Mi lamento también lo empequeñece, como si con su sufrimiento fuera
menos humano y, por eso, lamentable.
Pero todavía
es peor si su sufrimiento nos parece mal, como si algo no estuviera en orden.
En ese instante nos negamos a ver su sufrimiento en relación con un movimiento
espiritual que lo arrastra a través de su sufrimiento hacia algo que lo
perfecciona.
A veces se
oculta tras el lamento y la compasión un reproche a ese poder espiritual que
todo lo rige. Entonces decimos, par ejemplo: ¿Como pudo Dios permitir esto? AI
mismo tiempo tememos que también a nosotros pueda tocarnos un sufrimiento así y
también nos sintamos abandonados o castigados por Dios.
Aun existe
otra compasión. Porque no soportamos el sufrimiento de una persona queremos
hacer algo, a menudo sin verdadero sentimiento. Por ejemplo, consolándolo sin
sufrir realmente con él. 0 nos ajetreamos e intentamos cualquier cosa para
ayudarle, a pesar de tener que admitir, si somos honrados, que nos faltan las
fuerzas y los conocimientos para ello. Por ese modo de pretender ayudarle nos
protegemos sobre todo de la verdadera compasión, de sufrir realmente con el
Este
con-padecer se muestra en que nos quedamos con él, acaso solo callados a su
lado. Estamos con el y para el. Tomamos en serio su sufrimiento. Lo tomamos en
serio también para nosotros.
Este
con-padecer nos une con las fuerzas mayores. En consonancia con ellas sabemos
a veces que convendría hacer para ayudar realmente. Nuestra con-pasión en
consonancia con estas fuerzas mayores nos permite encontrar caminos y
recorrerlos con el sufriente que Ie den esperanzas. Entonces el crece por
encima de este sufrimiento y puede afrontarlo de una manera que lo haga más
soportable y acaso también lo vuelva mejor.
Esta
compasión es compasión activa, compasión con amor, que puede conllevar también
lo ultimo a lo que conduce.
Hay un dicho al
respecto que me ha acompañado toda la vida: quien no ha sufrido nada, ¿qué
sabe? Este dicho vale también para la compasión. Nos hace más sapientes.
Bert Hellinger; Pensamientos de realización.
No hay comentarios:
Publicar un comentario