Nasrudin subió a un árbol para cortar una rama. Alguien que pasaba
al ver como lo estaba haciendo le aviso: “¡Cuidado!… Está mal sentado, en la
punta de la rama… Se irá abajo con ella
¿Piensa que soy un necio
que deba creerlo? ¿o es usted un vidente que pueda predecir mi futuro?,
pregunto el Mula.
Sin embargo, poco después la rama cedió y Nasrudin terminó en el suelo.
Entonces corrió tras el otro hasta alcanzarlo: ¡Su predicción se ha cumplido!…
Ahora dígame: ¿Como moriré?…
Por más que el hombre insistió, no pudo disuadir a Nasrudin de que no
era un vidente. Por fin, ya exasperado le gritó: ¡Por mi podrías morirte ahora
mismo!
Apenas oyó estas palabras, el Mula cayó al piso y se quedo inmóvil.
Cuando lo encontraron sus vecinos lo depositaron en un féretro.
Mientras marchaban hacia el cementerio, empezaron a discutir acerca de
cual era el camino más corto. Nasrudin perdió la paciencia y, asomando su
cabeza fuera del ataúd, dijo: ¡Cuando estaba vivo solía tomar el de la
izquierda; es el camino más rápido!…
(Cuento sufí)
El cerebro humano es
programable y tiende automáticamente a cumplir las predicciones. Por esta razón,
una persona conciente evita predecir el futuro. Quien predice toma poder sobre
el que “obedece” a la predicción y genera dependencia. Nasrudin cree tanto en
el hombre que le “lanza la maldición” que hasta cree morir, aunque la irritación
con los demás le hace revivir para dirigir su propio cortejo. La falta de
consciencia hace que confundamos la vida y la muerte.
Tomado de plano creativo.
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