jueves, 9 de agosto de 2012

Día 27; Cuarenta días de purificación en el agradecimiento consciente.


El sabor del bienestar.



Entre Tú y yo, un yo está de más
¡Que la separación cese y que el Tú avasalle al yo!

Husayn Mansûr al-Hallaj.

Muchas veces, perdemos la oportunidad de experimentar el crecimiento espiritual, porque viene disfrazado de problema y somos incapaces de reconocerlo. Cuando nos llega de una manera que no esperábamos, no podemos verlo. Nuestra necesidad de dominar suele ser  vencedora cuando la enfrentamos con la parte nuestra dispuesta a sanar. ¿Cómo podemos controlar y al mismo tiempo confiar en ser guiados? La Somos los únicos responsables de nuestro bienestar, sin embargo, aprender esto puede tomarnos toda la vida.


Durante el viaje, en varias ocasiones el grupo “dominicano” fue visto, por grupos de otros países, como “quejumbroso”. Estábamos convencidos de que era injusto que nuestras demandas fueran percibidas como “ñoñerías”. A la vez, percibía que una lección trascendente y valiosa se escondía hábilmente dentro de nuestras molestias, por la falta de calefacción, el baño de agua fría en la madrugada, la ausencia de wi-fi y la luz eléctrica que iba y venia. Por las noches, repasaba los acontecimientos del día y exorcizaba mis preguntas con lo siento…perdóname…gracias…te amo…


Osho decía: “La vida no es una tecnología, ni una ciencia. La vida es un arte, tienes que sentirla, es como el caminar por una cuerda floja”. Uno de los personajes de la obra teatral “Pargo; los pecados permitidos”, del grandioso dramaturgo dominicano Waddys Jáquez, en un momento dado reflexionaba sobre los desafíos que confronta quienes desean salir de una adicción, y decía que es como vivir caminando en una cuerda floja. Luego de unos días en Perú, quede convencida que todas las personas estamos enfrentando alguna adicción.


Sin dudas, las mayores adicciones son “estar mal”, “sufrir” y “negar quien realmente soy”. Necesitamos ciertos vehículos para poder llegar a saborear el “bienestar”, “disfrutar” y “recordar nuestro origen”. De este modo, somos dependientes de personas, trabajo, alcohol, tabaco, fármacos, compras, status, que temporalmente nos permiten vivir una realidad diferente, para terminar devastados con cada privación que nos regresa a nuestro vacío. Somos incapaces de llegar a sentirnos bien por nuestros propios medios, por lo que por un lado necesitamos la vía que usamos para conectarnos, y por el otro, le exigimos que sea algo que no es y terminamos frustrados.


¿Imaginas el infierno que es necesitar a algo o a alguien que nos da un gozo fugaz, y a la vez nos deja el amargo sabor de la frustración por no poder mantener el bienestar? La psicología llama a este juego de sado-masoquismo “relaciones co-dependientes”. El ante y compositor José Antonio (Pepe) Aguilar, inmortalizo este drama es su laureada canción “Ni contigo ni sin ti”.  Esta enfermiza manera de relacionarnos contrastaba de una manera chocante, con la forma de relación del mundo andino.


Al llegar a Cusco, nos presentaron al equipo de personas que nos acompañaría en nuestra estancia como “individuos”. Compartí con unas amigas el ruido que me generó saber que eran personas “casadas”.  El novelista y poeta de origen portugués José Saramago escribió: “Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre, y eso es lo que realmente somos. En el mundo andino, el trabajo interior inicia en el reconocimiento de que somos parte del todo, lo que facilita la comprensión de que no necesito “poseerte” porque al amarte eres parte de mí.


El conocimiento de los principios y valores cósmicos, es una instrucción que se recibe de la naturaleza, donde nada es nuestro y a la vez todo nos pertenece, enseñada por los abuelos e vez de los padres. Esto así, porque para ellos nuestros padres también están aprendiendo como nosotros. Sin embargo, el respeto del orden natural donde los padres están jerárquicamente por encima de sus hijos no es negociable. El padre y la madre son extensiones de Pacha Tata y Pacha Mama, y el hijo tiene que tomarlos como modelo para poder estar a la altura de poder ser padre y madre de sus propios hijos.


La autora, artista y sanadora Miranda Gray dice: “Somos de la Tierra y llevamos la Luz”. Este viaje me llevo a la comprender que la maestría lograda en las relaciones viene de la observación y vinculación con la naturaleza. Cuando llegamos al punto de humildad que nos permite reconocer su grandeza, podemos dejarnos guiar por ella. Los abuelos andinos son los encargados de orientar el proceso de empezar a ver la vida como un espacio para servir y amor, sin hacer daño a nadie (ni a nada) y renunciando a su dominio.

La única posibilidad de bienestar que tenemos viene de amar incesantemente, respetando, honrando y agradeciendo a todo tipo de existencia, tanto en el mundo visible como en lo invisible por medio de nuestro servicio. Solo en esta auto-dependencia es posible un autentico y permanente estar bien…
Karina.

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