El sabor del bienestar.
Entre Tú y yo, un yo está de más
¡Que la separación cese y que el Tú avasalle al
yo!
Husayn Mansûr al-Hallaj.
Muchas
veces, perdemos la oportunidad de experimentar el crecimiento espiritual, porque
viene disfrazado de problema y somos incapaces de reconocerlo. Cuando nos llega
de una manera que no esperábamos, no podemos verlo. Nuestra necesidad de
dominar suele ser vencedora cuando la
enfrentamos con la parte nuestra dispuesta a sanar. ¿Cómo podemos controlar y
al mismo tiempo confiar en ser guiados? La Somos los únicos
responsables de nuestro bienestar, sin embargo, aprender esto puede tomarnos
toda la vida.
Durante el viaje,
en varias ocasiones el grupo “dominicano” fue visto, por grupos de otros países,
como “quejumbroso”. Estábamos convencidos de que era injusto que nuestras
demandas fueran percibidas como “ñoñerías”. A la vez, percibía que una lección trascendente
y valiosa se escondía hábilmente dentro de nuestras molestias, por la falta de calefacción,
el baño de agua fría en la madrugada, la ausencia de wi-fi y la luz eléctrica
que iba y venia. Por las noches, repasaba los acontecimientos del día y exorcizaba
mis preguntas con lo siento…perdóname…gracias…te amo…
Osho decía: “La
vida no es una tecnología, ni una ciencia. La vida es un arte, tienes que sentirla,
es como el caminar por una cuerda floja”.
Uno de los personajes de la obra teatral “Pargo; los pecados permitidos”, del
grandioso dramaturgo dominicano Waddys Jáquez, en un momento dado reflexionaba sobre los desafíos que confronta
quienes desean salir de una adicción, y decía que es como vivir caminando en
una cuerda floja. Luego de unos días en Perú, quede convencida que todas las
personas estamos enfrentando alguna adicción.
Sin dudas, las mayores adicciones
son “estar mal”, “sufrir” y “negar quien realmente soy”. Necesitamos ciertos vehículos
para poder llegar a saborear el “bienestar”, “disfrutar” y “recordar nuestro
origen”. De este modo, somos dependientes de personas, trabajo, alcohol,
tabaco, fármacos, compras, status, que temporalmente nos permiten vivir una
realidad diferente, para terminar devastados con cada privación que nos regresa
a nuestro vacío. Somos incapaces de llegar a sentirnos bien por nuestros
propios medios, por lo que por un lado necesitamos la vía que usamos para
conectarnos, y por el otro, le exigimos que sea algo que no es y terminamos
frustrados.
¿Imaginas el infierno que es
necesitar a algo o a alguien que nos da un gozo fugaz, y a la vez nos deja el
amargo sabor de la frustración por no poder mantener el bienestar? La psicología
llama a este juego de sado-masoquismo “relaciones co-dependientes”. El ante y compositor José
Antonio (Pepe) Aguilar, inmortalizo este drama es su laureada canción “Ni contigo ni sin ti”. Esta enfermiza manera de relacionarnos
contrastaba de una manera chocante, con la forma de relación del mundo andino.
Al llegar a Cusco, nos presentaron
al equipo de personas que nos acompañaría en nuestra estancia como “individuos”.
Compartí con unas amigas el ruido que me generó saber que eran personas “casadas”.
El novelista y poeta
de origen portugués
José Saramago escribió: “Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre, y eso
es lo que realmente somos. En el mundo andino, el
trabajo interior inicia en el reconocimiento de que somos parte del todo, lo
que facilita la comprensión de que no necesito “poseerte” porque al amarte eres
parte de mí.
El conocimiento de los principios y valores
cósmicos, es una instrucción que se recibe de la naturaleza, donde nada es
nuestro y a la vez todo nos pertenece, enseñada por los abuelos e vez de los padres.
Esto así, porque para ellos nuestros padres también están aprendiendo como
nosotros. Sin embargo, el respeto del orden natural donde los padres están jerárquicamente
por encima de sus hijos no es negociable. El padre y la madre son extensiones
de Pacha Tata y Pacha Mama, y el hijo tiene que tomarlos como modelo para poder
estar a la altura de poder ser padre y madre de sus propios hijos.
La autora, artista y sanadora Miranda Gray dice: “Somos de la Tierra y llevamos la Luz”. Este viaje me llevo a la comprender que la maestría lograda en las
relaciones viene de la observación y vinculación con la naturaleza. Cuando llegamos
al punto de humildad que nos permite reconocer su grandeza, podemos dejarnos
guiar por ella. Los abuelos andinos son los encargados de orientar el proceso de
empezar a ver la vida como un espacio para servir y amor, sin hacer daño a
nadie (ni a nada) y renunciando a su dominio.
La única posibilidad de bienestar
que tenemos viene de amar incesantemente, respetando, honrando y agradeciendo a
todo tipo de existencia, tanto en el mundo visible como en lo invisible por
medio de nuestro servicio. Solo en esta auto-dependencia es posible un
autentico y permanente estar bien…
Karina.
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