miércoles, 1 de agosto de 2012

Día 23; Cuarenta días de purificación en el agradecimiento consciente.


Enamorarse de la vida.





En su juventud, no tuvo más remedio que ser prudente.
Aprendió a amar a medida que crecía;
Una secuencia natural de un inicio artificial.


Jane Austen.


Luego de un viaje al Perú mágico, místico y sagrado la vida no vuelve a ser igual. De algún modo incomprensible, incorporamos una nueva receptividad, especialmente una sensibilidad hacia la tierra, a la que los quechuas llaman Pachamama. En lengua quechua el vocablo Pacha significa universo, mundo, tiempo, lugar, y Mama significa madre. De ahí, que para los andinos la Pachamama es una deidad que en su aspecto simbólico se relaciona con la tierra, la fertilidad, la madre y lo femenino.

Creo que todas las personas perceptivas buscan recuperar fuerzas descansando en la Gran Madre. Como una madre amorosa, ella siempre brinda un refugio seguro para las almas cansadas. La escritora estadounidense de origen británico, Frances Hodgson Burnett (autora del “Pequeño Lord”) se retiró en una casa solariega de la campiña inglesa tras los escándalos suscitados por su divorcio y su relación con su joven administrador de quien podía ser madre.

Deprimida y asediada por la prensa, la Sra. Burnett buscó un refugio seguro para reordenar su vida. Lo encontró en un espacio fuera de la casa rodeado por muros de piedra en donde empezó a plantar rosas color coral. Durante meses, pasó días enteros cuidando la rosaleda y escribiendo en una poltrona. Solo entraba en la casa el tiempo necesario…al cabo de 9 años, escribió 3 libros y 1 obra de teatro. En 1907 el contrato de la villa expiró y regresó a Norteamérica.

En su casa de Long Island, New York Frances Hodgson Burnett empezó a cultivar una nueva rosaleda mientras escribía la que fuera su obra cumbre; “The secret garden” (“El jardín secreto”) publicada en 1911. Al final de su vida, confesó que su jardín en Inglaterra había sanado el sentido de su propia identidad. Louise Driscoll también comprendía esta necesidad de tener un lugar íntimo donde recuperar fuerzas. En uno de sus poemas dice: “Conserva en tu corazón un lugar silencioso, sereno, donde depositar tus sueños”.  

Recuerdo que durante una época viví un tiempo vacío y falto de sentido. Sin arraigo ni raíces en la tierra, me pasaba el tiempo con un anhelo de cielo. Buscando alivio para mi pesar, inicié un curso de sanación por la energía universal. Un sábado, fuimos temprano en la mañana al parque mirador del sur para hacer algunos ejercicios prácticos. Uno de ellos fue “abrazar un árbol” y lo que ocurrió esta tan vivido en mi memoria como aquel día de 1990.  De repente, el árbol empezó a regañarme mostrándome mi falta de agradecimiento por la vida.

Entre otras cosas, me dijo que para un árbol elevarse al cielo, primero tiene que plantar profundamente sus raíces en la tierra. A más profundidad de raíces, más alto el árbol. Según Osho, las personas desgraciadas son peligrosas, por la simple razón de que no les importa si la Tierra sobrevive o no. Son tan desgraciados que en lo más profundo de sí mismas pueden pensar que sería mejor que todo terminase ¿Qué les importa eso si viven en el sufrimiento? Según el poeta hondureño Rigoberto Paredes, primitivamente el mito de la Pachamama se refería al tiempo y estaba vinculado en alguna forma con la tierra; el tiempo que cura los dolores y fecunda la tierra.

No sé si fue la sanación de mis heridas con el paso del tiempo, o la madurez de mi propia tierra (cuerpo) que además de los hijos, ahora ve crecer a mi nieto Héctor Nicolás, pero mi relación con la Pachamama fue diferente esta vez…me sentí más cercana, sensible, segura…conectada… Como dijo José María Vargas Vila: "Tal vez la naturaleza no nos arrancó del seno de la tierra, sino para darnos el placer enorme de volver a ella".

Al regresar a casa, encontré germinadas las semillas de hierbas de provincia que mi amiga Barbara me había regalado antes de partir a Perú. Ahora, en mi balcón tengo un jardín secreto que me recuerda que cuando nuestras raíces están en la tierra, el cielo también se nos entrega.

Karina.

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