viernes, 24 de agosto de 2012

Día 37; Cuarenta días de purificación en el agradecimiento consciente.


Como ser feliz y quedarse así (II).

 


“Felices son los que sueñan sueños
y están dispuestos a pagar el precio para hacerlos realidad”.

León J. Suenes.

 
Muchas veces, no experimentamos felicidad porque tenemos la creencia infantil de que la recibiremos sin pagar un precio. Evitar el dolor es un síntoma de inmadurez, por eso los niños lo evitan. Hasta los doce años, el cerebro humano no puede elaborar un pensamiento complejo capaz de relacionar la acción con los resultados. La maduración surge a partir de la frustración que nos generan los límites. La conciencia infantil busca el placer que le producen las sensaciones del cuerpo.

La energía de las personas con este tipo de conciencia se mueve como un péndulo. Lo que consideran placer es tan solo un simple alivio de la tensión que manejan. Es una persona dormida, confunde las sensaciones placenteras con la felicidad. Esto les lleva a cambiar de un placer a otro y a moverse de una sensación a otra. No tiene profundidad, calidad ni claridad porque vive en el mundo de la cantidad. Una manera de ir más allá del nivel físico y aumentar nuestra vibración es ser imparciales.

 
2. Ser neutrales.
 


Si nosotros somos tan dados a juzgar a los demás,
es debido a que no estamos felices con nosotros mismos.
Oscar Wilde.


Según Osho, la neutralidad o imparcialidad es la evidencia de un estado de consciencia pura, sin  ningún contenido específico. La persona es tan solo un simple testigo del fluir de sus sensaciones corporales, sus pensamientos y sus emociones. No se identifica con las imágenes que se presentan, no persigue ningún objetivo, ni busca satisfacer sus deseos. Cuando somos neutrales, no existe separación entre lo interno y lo externo, no buscamos comparar nada ni perseguimos llegar a ciertos resultados.

La salud surge de la neutralidad, que implica el permanecer imparciales y transparentes a todo lo que presenciamos y vivimos. Cuando defendemos, evitamos, rechazamos o criticamos algo, solo mostramos nuestras heridas no sanadas. Los antiguos dicen que la salud empieza en la alimentación, ya que en ella reflejamos lo que creemos. Si nuestro cuerpo o nuestra mente dice “no” a algún alimento, estamos enjuiciando a algo o a alguien y para hacer balance, nos distanciamos de la felicidad.

No es necesario tener una opinión sobre la realidad que vemos. Una cosa es tener predilección por algunos alimentos, y otra muy distinta, no permitirnos comer algo por alguna creencia a la que le cedemos nuestro poder. Un cuerpo sano es neutral, tiene equilibrio entre la alcalinidad y la acidez que ha tomado de lo que come. Sólo puede ser feliz siempre, decía Confucio, el que sepa ser feliz con todo. En constelaciones familiares llamamos a esto “asentir”, que significa decir “si a lo que es”. En el mundo andino, la palabra quechua es “Iyawsaña” que significa recibir lo que es, decir si.

Buda dice: “La visión circular nos ayuda a navegar los momentos en que nos encontramos con paradojas, y nos deja libres de los contratos de lealtad que hemos hecho con nuestro árbol. El secreto de la salud tanto de la mente como del cuerpo no está en llorar por el pasado, preocuparse por el futuro, o anticiparse a los problemas, sino en vivir en el momento presente con sabiduría y honestidad". Esta es otra manera de expresar un pensamiento holístico.


3. Conectar con nuestras necesidades.

 

He cometido el peor pecado que uno puede cometer.
No he sido feliz.
 
Jorge Luis Borges.

 
El cuerpo es la periferia y el Ser es el centro. Vivir en la circunferencia significa vivir a expensa de lo que ocurra alrededor, por lo que constantemente perdemos nuestro centro. El placer puede convertirse en obsesión porque está arraigado en el cuerpo. Quien busca el placer queda a expensas de la casualidad. Vive como una ola en el mar: a merced de los vientos. Cuando soplan vientos fuertes, aparecen las olas; cuando desaparecen los vientos, desaparecen las olas.

El placer es fisiológico y nos conecta con nuestras emociones, pero no puede relacionarnos con nuestros sentimientos. Su existencia es dependiente, y todo lo que depende de algo exterior supone esclavitud. El placer depende de los demás, de lo que se encuentra afuera, la felicidad no. Las personas felices son auto-dependientes, reconocen y atienden las necesidades del cuerpo, la mente y el espíritu. Cuando somos auto-dependientes, la atención va hacia el interior de nosotros mismos, por lo que no necesitamos que suceda algo o que alguien esté presente para ser felices.

Karina.
(Parte III).

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