domingo, 19 de agosto de 2012

Día 34; Cuarenta días de purificación en el agradecimiento consciente.


Las limpias chamánicas.


 


En el orden intelectual soy un hombre desgarrado
 hasta el escándalo por sucesivas y contrarias lealtades.
 Jorge Luis Borges.

La primera vez que supe de las limpias fue en 1991, cuando por “error” me inscribí en el curso de Yoryi Valdez de “Magia vegetal”. Hasta ese momento, no tenía ninguna idea de espíritus, hierbas, rituales ni magia. Yoryi era un hombre muy sabio que conocía las prácticas populares de religión de la isla, no solo en teoría sino como brujo de oficio. A su vez, era catedrático de física y matemática en la Universidad Primada de América. La curiosidad hizo que me quedara en una cita que la providencia había hecho para mí.

En las clases de magia de Yoryi, supe que las limpias, también llamadas despojos, son un rito ancestral que buscan recuperar la sintonía con las fuerzas de la Naturaleza.  Por medio de los cuatro elementos, aire, fuego, tierra y agua, se establece la conexión con el Universo. Las limpias purifican el cliente para que las energías de sanación puedan obrar en  él, y lo protegen -por cierto tiempo- para que pueda contrarrestar las influencias negativas, generadas por si mismo, o que ha tomado del entorno.

En República Dominicana, vivimos un innegable sincretismo donde los “cristianos” suelen “tocar madera” por si acaso. Muchas de nuestras prácticas rituales son negadas, escondidas, o utilizadas con culpa y vergüenza. En Perú, participé por primera vez en un ritual chamánico en 1996, y la experiencia fue no solo liberadora, sino gratificante y hermosa. El movimiento no existe fuera de las cosas, dijo Aristóteles a sus estudiantes, pues todo lo que cambia, o cambia en el orden de la sustancia o en la cantidad, o en la calidad, o en el lugar.

Él sabía que la naturaleza (del hombre o de las cosas) no vuelve a ser la misma después que ha experimentado  un movimiento. Todo está interconectado. Las sociedades del Antiguo Perú, hace 5000 años ya vivían de acuerdo a este conocimiento. Concebían al reino celestial asociado a las fuerzas que gobernaban el tiempo y el destino, y el mundo subterráneo a la fertilidad y los orígenes. Entre estos dos, habitaban los hombres en la tierra manejando esas poderosas fuerzas, por vía de la actividad ritual adecuada. 

Para ellos, los templos, montañas, manantiales y cuevas eran los puntos de contacto entre estos mundos, donde el chamán era el mediador ante los poderes universales. El chamán tenía un amplio conocimiento de plantas, heredado tanto de sus ancestros como de los chamanes involucrados en su instrucción. La información también le puede llegar de forma intuitiva, al permanecer humilde y receptico para tomar de lo que es más grande. 

Las limpias son de amplio uso en las prácticas chamánicas, ya que potencian la autoestima y el reconocimiento del valor de uno mismo, facilitando el proceso de evolución espiritual. Los materiales y las plantas elegidas para la realización de la limpia son basados en el conocimiento y formación del chamán. La naturaleza pura fluye en armonía con el universo completo. La transgresión del orden natural conduce a movimientos caóticos, que nos llevan a experimentar toda suerte de desgracias, enfermedades y destinos trágicos. 

El sufrimiento y el dolor son las señales de que nos hemos extraviado en nuestro propio camino. El campo de Luz que nos envuelve (aura) puede cargarse con  pensamientos y emociones que van en dirección opuesta al orden de la naturaleza, oscureciéndose con manchas de negatividad. También podemos tomar esta carga de los espacios que habitamos y de las relaciones que tenemos. La limpia consiste en descargar el aura de esas manchas, y sellarla para que mantenga su limpieza. 

Solo estamos protegidos en la Luz, cualquier cosa que oscurezca nuestro campo de protección nos deja indefensos y desprovistos frente a las fuerzas de la oscuridad. Un par de días después que llegamos a Perú, salimos temprano en la mañana para celebrar una ceremonia en el templo del agua en Tipón. La temperatura estaba a unos ocho grados, cuando llegamos a una explanada donde saludamos a las cuatro direcciones en un círculo sagrado. Luego de un bellísimo viaje interno, Nicolás, el sacerdote quechua, nos invitó a que pasáramos uno por uno a una especie de gruta donde nos haría una limpia. 

El lugar estaba cercado por una vereda de piedras, para contener el agua de una cascada que venia desde las montañas, como una mantilla de encajes.  Al entrar al lugar, Nicolás nos limpiaba con el sonido del caracol del guerrero, mientras su madre –también sacerdotisa- nos azotaba el cuerpo con un manojo de tres tipos de hierbas que remojaba en el agua del templo. El espacio parecía una pila bautismal gigante, por lo que la imagen era de una especie de “bautismo”.

Según la leyenda inca, Yacumama -que en quechua significa Madre del agua- es el espíritu que cuida el agua que nos da la vida. Se cuenta que si ella muriera, el agua se acabaría y en consecuencia nosotros moriríamos también. La Madre del agua está representada por una mujer que lleva el cabello largo y suelto. Se dice que en el río donde ella aparece, los jóvenes son atraídos hacia zonas profundas, de donde no vuelven. Este mito se confunde con la milenaria leyenda de las Sirenas. 

El mito también dice que Yacumama es una boa gigantesca, que va por el río cuidando las aguas de la selva. Para los quechuas, las aguas tienen espíritu por lo que podemos entrar en comunicación con su sabiduría. Toma consejo en el vino, aconseja Benjamin Franklin, pero decide con agua, termina diciéndonos. Tal vez, esta sea la razón por la que Yacumama es invocada por los chamanes en sus ceremonias…

Karina. 


Limpia para las emociones limitantes.

Ingredientes:
  • Dos ramas de hierbas con propiedades de limpieza (ej. Romero, Albahaca, Ruda o Guandules)
  • Un ramo pequeño de flores (ej. Margarita, Clavel, Rosa o Girasol).

Modo de uso:

Las hierbas de limpieza se unen a las flores y se crea un ramo. Se toma agua bendita, agua de manantial (la compras en el supermercado embotellada) o agua corriente a la que bendices echándole una pizca de sal común y colocando tus manos encima para cargarla con la energía de protección y bendición (le das instrucción). Remojas el ramo en el agua y lo sacudes con pequeños golpes en los centros principales del cuerpo.

Limpia para espacios cargados con negatividad:

Ingredientes:
  • Una cubeta con agua.
  • Siete cucharadas sal marina.
  • Una cucharada de agua florida.
  •  Incienso de tu gusto (se recomienda sándalo, alcanfor, mirra o naranja)


Modo de uso:

En el cubo del trapeado echar el agua, la sal y el agua florida. Limpiar el suelo desde la parte trasera hacia la puerta de entrada. Poner incienso en todas las estancias y abrir las ventanas.

Limpia para aumentar la luz áurica.

Ingredientes:
  • Perejil.
  • Romero.
  • Olivo.
  • Ruda.
  • Laurel.

Modo de uso:

Hierve todos los ingredientes. Báñate como lo haces regularmente y una vez limpio, échate el agua con el cocimiento de hierbas y deja que se seque de un modo natural en tu cuerpo.

Auto-limpias rápidas.

Limpia con vela: Toma una vela y conságrala para la limpieza y protección haciendo sobre ella tres veces una cruz, enciéndela y pásala por todo  el cuerpo a unas 4-6 pulgadas de la piel.

Limpia con agua azul: Toma un vaso con agua y mientras lo sostienes en tu mano izquierda, invoca a la Yacumama y a las ondinas del agua con tu mano derecha sobre el, bendícelo enviando Luz de color azul. Ingiere el agua y siente como tu cuerpo está limpio y bendito.

Limpia con agua florida: Vierte un chorrito de agua florida en tus manos, frótalas y llévalas a tu nariz para inhalar su aroma. A medida que el olor de las flores penetra en tus fosas nasales, siente como limpia todo tu cuerpo. Pasa tus manos a unos centímetros de tu piel desde la cabeza a los pies para quitar las manchas de tu aura.

     Nota: estas limpias son recomendadas cuando el grupo es grande, ya que si el chamán las hiciera uno por uno tardaría mucho. Generalmente, los participantes debilitan el campo por la falta de atención que les provoca el tiempo de espera. 

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