Señor, protege nuestras dudas, pues la duda es una manera de
rezar. Ella es la que nos hace crecer, pues nos fuerza a mirar sin miedo las
múltiples respuestas posibles que pueden darse para una misma pregunta. Y para
que tal cosa sea posible.
Señor, protege nuestras decisiones, pues la decisión es una
manera de rezar. Danos valor para, una vez vencida la duda, ser capaces de
elegir uno de los dos caminos que se abren frente a nosotros. Que nuestro sí sea siempre un sí y que nuestro no sea siempre un no. Que una vez escogido el camino, jamás miremos hacia atrás, ni dejemos que
nuestra alma se consuma en el remordimiento. Y para que tal cosa sea posible.
Señor, protege nuestros sueños, porque el sueño es una manera
de rezar. Haz que, independientemente de la edad que tengamos o de las
circunstancias que afecten a nuestras vidas, seamos capaces de mantener
encendida la llama sagrada de la esperanza y de la perseverancia. Y para que
tal cosa sea posible.
Señor, danos siempre entusiasmo, porque el entusiasmo es una manera de rezar. Él
es el que nos vincula a los Cielos y a la Tierra, a los hombres y a los niños,
y nos dice que el deseo es importante, y merece nuestro esfuerzo. Él es el que
nos asegura que todo es posible, siempre que estemos firmemente comprometidos
con lo que hacemos. Y para que tal cosa sea posible.
Señor, protégenos, porque la Vida es la única manera que tenemos de manifestar tu milagro. Que la tierra continúe transformando la semilla en trigo y que nosotros sigamos transformando el trigo en pan. Y tal cosa solo es posible si tenemos Amor; por lo tanto, nunca nos dejes solos.
Señor, protégenos, porque la Vida es la única manera que tenemos de manifestar tu milagro. Que la tierra continúe transformando la semilla en trigo y que nosotros sigamos transformando el trigo en pan. Y tal cosa solo es posible si tenemos Amor; por lo tanto, nunca nos dejes solos.
Danos siempre tu compañía,
y la compañía de hombres y mujeres que tienen dudas, actúan, sueñan, se
entusiasman y viven como si dedicaran todos los días a tu gloria.
Amén.
Paulo
Coelho.
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