domingo, 12 de agosto de 2012

Día 30; Cuarenta días de purificación en el agradecimiento consciente.


Bendita Pachamama.


La tierra es insultada y ofrece sus flores como respuesta.
Rabindranath Tagore.


La palabra madre alude a la causa, raíz u origen de donde proviene algo. La madre es la fuente de toda bendición. Ella es la gran maestra, el vínculo que nos une con la vida y los cambios que la caracterizan. Solo el sadomasoquismo humano hace posible que tanta grandeza se desconsidere contaminando, explotando, degradando, depredando, abusando y  destruyendo a la madre que amorosamente nos sostiene. Hemos dañado tanto a Madre Tierra, que hemos puesto en peligroso riesgo la vida como la conocemos.

Darnos cuenta que hemos pasado de victimarios a víctimas, es muy doloroso. Sin embargo, jugar a la inocencia o sumirnos en la culpa no sirve de nada, es necesario sentirnos parte y tomar acción involucrándonos. No te sientas aparte y olvidado –decía Facundo Cabral- todos somos la sal de la tierra. Afortunadamente, existen pueblos originarios que aun recuerdan su esencia y cuidan la Pachamama con devoción amorosa. Tal vez, empezar a ver la Madre como ellos la miran puede servirnos para imitar algunas acciones, mientras nuestra sensibilidad y creatividad se despiertan.

En Cusco, no podía menos que maravillarme cuando la sacerdotisa que ofició gran parte de las ceremonias, decía que sus antepasados sabían que la vida nos ha sido dada por la Pachamama, y por eso, toda la honra que le brindamos se queda pequeña frente a lo que hemos recibido de ella. Mientras hablaba (en quechua), esta mujer redonda como la misma Tierra, sonreía con unos ojos pequeños que brillaban como luceros.

La persona que traducía, me veía discreta y fugazmente antes de que sus parpados cubrieran su mirada. Parecía que buscaba las juguetonas palabras que salían cantarinas una tras otra, como niños que salen corriendo al patio de recreo. La Pachamama no solo nos da el espacio físico que nos sostiene -me iba diciendo- con un tono suave y pausado que contrastaba con el de la sabia, también nos conecta con el entorno, calma nuestra sed, sacia nuestro hambriento cuerpo con su alimento, energetiza nuestra carne y nos brinda con generosidad toda clase de oportunidades. Cada día, es una oportunidad para honrar y agradecer a la Pachamama sus bendiciones.

Otra lección importante sobre la Gran Madre la recibí en la selva, cuando un chaman me dijo que la montaña más cercana a nuestro lugar de nacimiento, es la mejor protección que tenemos. Sus palabras me recordaron un refrán que reza: “Nunca está mejor el árbol que en la tierra donde tuvo origen”. Sentí vergüenza por carecer de la información de mi lugar de nacimiento. Hasta ese momento, Madrid había sido tan solo una “circunstancia” en mi vida. Toda la familia que conozco es dominicana, y como regresé antes del año de nacida mi mente redujo un hecho tan importante a un mero “accidente”.
Conectar las raíces a la Madre las fortalece confiriéndonos una visión holística de nuestra historia familiar, y capacitándonos para descubrir las buenas cualidades que hemos heredado de nuestra tribu, clan, familia y comunidad. Al mismo tiempo, tener raíces fuertes nos brinda una sensación sólida y decidida de que la vida es positiva y nos da todo lo que necesitamos para crecer. Reconocer que todos formamos parte de la Madre Tierra (Pachamama), nos lleva a recordar que todos somos hermanos y que compartimos un destino común.

A la vez, esta visión nos lleva a reconocer que somos capaces de proporcionarnos a nosotros mismos toda la seguridad física y emocional que necesitamos. Solo al reconocer que tenemos la capacidad de satisfacer nuestras necesidades por nosotros mismos, somos capaces de re-estructurar las experiencias de vida en oportunidades de autodependencia, fuerza material y poder espiritual.

Nada seriamos sin los dones que nos regala la Pachamama. Ella es el ancla para que nuestro espíritu pueda expresarse en la realidad de la tierra. Así, podemos quedarnos presentes en el mundo tal y como es “aquí ahora" sin necesidad de cambiar nada para ser felices hoy. Para pedestal –decía el gran José Martí- no para sepulcro, se hizo la tierra puesto que está tendida a nuestros pies.

Karina.

Tierra, enséñame en permanecer en quietud
como la hierba que se aquieta con la luz.
Tierra, enséñame a sufrir
como las viejas piedras que sufren con los recuerdos.
Tierra, enséñame a ser humilde
como los capullos que brotan humildemente.
Tierra, enséñame a amar
como la madre que se ocupa de sus pequeños.
Tierra, enséñame a ser valiente
como los árboles que se alzan solos.
Tierra, enséñame mis limitaciones
como la hormiga que corretea por el suelo.
Tierra, enséñame a ser libre
como el águila que vuela por el cielo.
Tierra, enséñame a resignarme
como las hojas que caen en otoño.
Tierra, enséñame a regenerarme
como la semilla que brota en primavera.
Tierra, enséñame a olvidarme de mi mismo
como la nieve que al fundirse se olvida de su vida.
Tierra, enséñame a recordar la bondad
como los campos secos llorando al ver la lluvia...
Poema indígena.

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