Bendita Pachamama.
La tierra es insultada y ofrece sus flores
como respuesta.
Rabindranath
Tagore.
La palabra madre alude a la causa, raíz u origen de donde
proviene algo. La madre es la fuente de toda bendición. Ella es la gran
maestra, el vínculo que nos une con la vida y los cambios que
la caracterizan. Solo el sadomasoquismo humano hace posible que tanta grandeza
se desconsidere contaminando, explotando, degradando,
depredando, abusando y destruyendo a la
madre que amorosamente nos sostiene. Hemos dañado tanto a Madre Tierra, que
hemos puesto en peligroso riesgo la vida como la conocemos.
Darnos cuenta que hemos pasado de victimarios a víctimas,
es muy doloroso. Sin embargo, jugar a la inocencia o sumirnos en la culpa no
sirve de nada, es necesario sentirnos parte y tomar acción involucrándonos. No
te sientas aparte y olvidado –decía Facundo Cabral- todos
somos la sal de la tierra. Afortunadamente, existen pueblos originarios que aun
recuerdan su esencia y cuidan la Pachamama con devoción amorosa. Tal vez, empezar a ver la Madre
como ellos la miran puede servirnos para imitar algunas acciones, mientras
nuestra sensibilidad y creatividad se despiertan.
En Cusco, no podía menos que maravillarme cuando la
sacerdotisa que ofició gran parte de las ceremonias, decía que sus antepasados sabían
que la vida nos ha sido dada por la Pachamama, y por eso, toda la honra que le
brindamos se queda pequeña frente a lo que hemos recibido de ella. Mientras
hablaba (en quechua), esta mujer redonda como la misma Tierra, sonreía con unos
ojos pequeños que brillaban como luceros.
La persona que traducía, me veía discreta y fugazmente antes
de que sus parpados cubrieran su mirada. Parecía que buscaba las juguetonas palabras
que salían cantarinas una tras otra, como niños que salen corriendo al patio de
recreo. La Pachamama no solo nos da el espacio físico que nos sostiene -me iba
diciendo- con un tono suave y pausado que contrastaba con el de la sabia, también
nos conecta con el entorno, calma nuestra sed, sacia nuestro hambriento cuerpo con
su alimento, energetiza
nuestra carne y nos brinda con generosidad toda
clase de oportunidades. Cada día, es una oportunidad para honrar y agradecer a
la Pachamama sus bendiciones.
Otra lección importante sobre la Gran Madre la recibí en
la selva, cuando un chaman me dijo que la montaña más cercana a nuestro lugar
de nacimiento, es la mejor protección que tenemos. Sus palabras me recordaron un
refrán que reza: “Nunca está mejor el árbol que en la tierra donde tuvo origen”.
Sentí vergüenza por carecer de la información de mi lugar de nacimiento. Hasta ese
momento, Madrid había sido tan solo una “circunstancia” en mi vida. Toda la
familia que conozco es dominicana, y como regresé antes del año de nacida mi
mente redujo un hecho tan importante a un mero “accidente”.
Conectar las raíces a la Madre las fortalece confiriéndonos
una visión holística de nuestra historia familiar, y capacitándonos para
descubrir las buenas cualidades que hemos heredado de nuestra tribu, clan,
familia y comunidad. Al mismo tiempo, tener raíces fuertes nos brinda una
sensación sólida y decidida de que la vida es positiva y nos da todo lo que
necesitamos para crecer. Reconocer que todos formamos parte de la Madre Tierra (Pachamama), nos lleva a recordar
que todos somos hermanos y que compartimos un destino común.
A la vez,
esta visión nos lleva a reconocer que somos capaces de proporcionarnos a nosotros mismos toda la
seguridad física y emocional que necesitamos. Solo al reconocer que tenemos la
capacidad de satisfacer nuestras necesidades por nosotros mismos, somos capaces
de re-estructurar las experiencias de vida en oportunidades de autodependencia,
fuerza material y poder espiritual.
Nada
seriamos sin los dones que nos regala la Pachamama. Ella es el ancla para que nuestro espíritu pueda
expresarse en la realidad de la tierra. Así, podemos quedarnos presentes en el mundo
tal y como es “aquí ahora" sin necesidad de cambiar nada para ser felices
hoy. Para pedestal –decía el
gran José Martí-
no para
sepulcro, se hizo la tierra puesto que está tendida a nuestros pies.
Karina.
Tierra, enséñame en permanecer en quietud
como la hierba que se aquieta con la luz.
como la hierba que se aquieta con la luz.
Tierra, enséñame a sufrir
como las viejas piedras que sufren con los recuerdos.
como las viejas piedras que sufren con los recuerdos.
Tierra, enséñame a ser humilde
como los capullos que brotan humildemente.
como los capullos que brotan humildemente.
Tierra, enséñame a amar
como la madre que se ocupa de sus pequeños.
como la madre que se ocupa de sus pequeños.
Tierra, enséñame a ser valiente
como los árboles que se alzan solos.
como los árboles que se alzan solos.
Tierra, enséñame mis limitaciones
como la hormiga que corretea por el suelo.
como la hormiga que corretea por el suelo.
Tierra, enséñame a ser libre
como el águila que vuela por el cielo.
como el águila que vuela por el cielo.
Tierra, enséñame a resignarme
como las hojas que caen en otoño.
como las hojas que caen en otoño.
Tierra, enséñame a regenerarme
como la semilla que brota en primavera.
como la semilla que brota en primavera.
Tierra, enséñame a olvidarme de mi mismo
como la nieve que al fundirse se olvida de su vida.
como la nieve que al fundirse se olvida de su vida.
Tierra, enséñame a recordar la bondad
como los campos secos llorando al ver la lluvia...
como los campos secos llorando al ver la lluvia...
Poema indígena.
Excelente!!. Me encantó el Poema Indígena.
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