sábado, 1 de diciembre de 2012

Envía al matadero tus palabras inútiles.

 
Que la mudez descienda en el pozo de tu lengua,
que el sabor de la eternidad conceda paz a tu mente,
que la cruz en la que clavas las definiciones se haga polvo, entonces,
sólo entonces, como escultura de santo pulida por besos de creyentes,
tu boca podrá verter palabras comparables a soles.
No serán tuyas, las gestará una garganta humilde.
Semejantes a aquellas que sometiste a la máquina de moler tendrán letras,
sonidos, formas, pero esta vez fértiles,
preñez que estalla en cantos, catedrales de crecimiento permanente,
gigantescos diccionarios poblados innumerables veces
de un solitario “gracias”.

Poema por Alejandro Jodorowsky

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