viernes, 20 de julio de 2012

Día 12; Cuarenta días de purificación en el agradecimiento consciente.


El regalo más valioso es el tiempo.




Cuando un amigo nos pide algo, la palabra "mañana" no existe.
George Herbert.


Hace un par de años, Sven Haussner un psicólogo analítico alemán estudioso de las culturas ancestrales, nos dijo en un taller de sueños un pensamiento indígena que me puso a meditar: “Tenemos más tiempo que vida”. Luego explicó que la conexión con la vida solo mira el instante presente y que quien mira el tiempo esta mirando a la muerte. ¿Qué sentido tiene el tiempo para quien no está vivo? Realmente tenemos más tiempo que vida.


La mente percibe el movimiento como un cambio de lugar en el espacio, por lo que si no tenemos espacio no nos movemos. Así, el movimiento suele mirarse como ir de un sitio a otro. Si estamos en A y vamos a B, hemos hecho un movimiento. En las Constelaciones Familiares, aprendí que los movimientos del alma son lentos. El movimiento interno no se da en el espacio, sino en el tiempo. El tiempo es un espacio interior, si no tenemos tiempo no podemos desplazarnos interiormente. Vamos dando un paso a la vez.

Al igual que yo, mucha gente invierte una gran cantidad de recursos para ir tomando esta manera de relacionarnos. Sin embargo, en el mundo andino esta es la manera natural de estar y no conocen una manera diferente de vivir. Cada tarea se hace cuando hay que hacerla, sin quejas ni postergación. Cada necesidad es urgente por la simple razón de que el momento siguiente es un misterio, y no sabemos si tendremos tiempo para un siguiente momento. Así, cada minuto se vive hasta agotarlo completamente. Si quieren o necesitan algo, se hace inmediatamente.

A lo largo de nuestro recorrido, la vida me brindo mas de una oportunidad para darme cuenta que en cada segundo estamos eligiendo entre la vida o la muerte. Un día en que dos amigas cayeron en una escalinata de piedra que llevaba del rio al refugio donde estábamos en la selva, pude ver de cerca como en cada instante la muerte danza junto a la vida. Esa noche, reflexioné en la cantidad de tiempo que a lo largo de mi vida he gastado enojándome, preocupándome, culpándome o culpando, sintiéndome impotente, triste, apática, paralizada, perdida y tantas otras emociones negativas.

No sé en donde leí una frase que decía más o menos esto: “Para que el peregrino alcance su destino, es esencial que se mueva en seguida”. Queda muy claro que si queremos conocernos y amarnos a nosotros mismo, no debemos perder un solo segundo, pues siempre el ángel de la muerte nos acompaña. Los indígenas piensan que un guerrero es alguien que ha aprendido a caminar al lado de la vida y la muerte.

Osho dice: Muévete inmediatamente porque es urgente, pero sin apuro, porque cuando te apuras, no estás completo, apurado estás siempre atrasado y olvidas lo esencial. Sólo por ir apurado requieres de tiempo y no hay tiempo. ¡Este momento es todo! y ya la situación es urgente. El asunto es claro; la situación es urgente porque no tienes garantía para el instante siguiente. Tienes que empezar ahora mismo pues no puedes posponerlo más - -el futuro no es seguro- -y no puedes vivir apurado porque el apuro toma tiempo. Silencioso, pacíficamente, sin premura, sin tensión, sin angustia, corre hacia ti mismo al instante.

Al regreso de nuestro iniciático viaje, tome la decisión de dedicar más tiempo a mis relaciones, pues aunque tengo claro que la vida se trata de con quién nos relacionamos y con qué propósito, frecuentemente me enredaba en la engañosa trampa del tiempo. Al iniciar esta semana, me reuní con una amiga a la que aprecio mucho. Ella está atravesando por una fase de crecimiento de esas que vienen con violentas sacudidas, así que le reiteré que la quiero. Aunque tenia mil y una cosas que hacer (para variar), me quede a conversar con ella, comimos juntas, compartí mis impresiones sobre su tema y luego fuimos juntas a la charla del mes que imparto.

Ella y mucha gente quedo sorprendida de que hiciera eso. ¿Acaso no es lo normal? Me di cuenta que en los últimos años reduje ese tiempo relajado de acompañar a la gente que quiero a casi nada. Siempre tenia muchas cosas pendientes por hacer, o estaba preparando un taller, dando una conferencia, de viaje, estudiando, etc. Viendo las cosas que hacia antes y las que hago ahora, perdí espacio de compartir por producir.

¡Es tan fácil perder el camino! Mi amiga me miró con una expresión entre agrado, incredulidad y sorpresa cuando le dije lo que siento por ella. Entonces, vi una escena en la que sentada en la cama con mi padre enfermo él me dijo: “Hija, sé que no viviré mucho tiempo…los momentos que marcan la vida: nacimiento y muerte es para vivirlos en familia…la única compañía que quiero en este momento es la de ustedes (refiriéndose a su última esposa y a sus hijos).

Esta petición podría sonar completamente natural en cualquier persona, más no en mi papá, quien por muchísimo tiempo restó importancia a los sentimientos, veía como algo una debilidad de carácter el mostrar las emociones, pasó la mayor parte de su vida en soledad,  y consideraba una cursilería los rituales de familia como son los nacimientos, cumpleaños, días de los padres, madres, funerales, graduaciones, etc. Mi papá era un amante de la intelectualidad, del estoicismo, el control mental, la autoridad sobre el cuerpo y las circunstancias de la vida.

Tal vez puse una cara similar a la de mi amiga cuando le oí decir: “La única muerte digna es la que nos llega cuando tenemos las cuentas saldadas con la gente que amamos”. ¿Mi papá? Tal vez, los cuatro años que vivió en Perú lo transformaron o seria la mujer indígena con la que tuvo al benjamín de la familia (mis dos hermanos mas pequeños son peruanos), o saber que su pronóstico era mortal. Quizás nunca tenga las respuestas, pero hoy recordé sus palabras.

Luego de conocer el diagnostico de mi papá, tuvimos una semana para despedirnos y poner cancelar las cuentas pendientes. Durante ese tiempo, me mostró su lado vulnerable y me legó importantes lecciones de vida. Dar nuestro amor es urgente. A menos que no tomemos el entregar nuestra confianza al amor como algo urgente para nosotros, podríamos morir “indignamente”, sin que la gente que amamos esté clara de lo que sentimos hacia ellos.

Hoy, en medio de la agitación de un cierre de formación para terapeutas en constelaciones, diligencias de bancos, supermercados, pagos de servicios, citas con mi terapeuta corporal, entre otras cosas, estuve tan tranquila como en mis días en la selva. No miré el reloj y flui de una cosa a la otra en un espacio de no-tiempo en que me entregué a lo que ocurría en ese momento. Almorcé con mi mamá y unas amigas, conversé con inusual tranquilidad en la sobremesa, disfruté hacer las compras en el supermercado y asumí la responsabilidad de no “controlar” lo que debía ocurrir en el trabajo con los terapeutas.

Decidí dar lo más valioso que tengo, mi tiempo, a la gente que aprecio. Reubiqué mis prioridades y los coloqué en el primer lugar de mi lista. Después del Creador, ellos son lo más importante. Así, quizás encontremos una vía para compartir la bendición que me pasó mi padre, y como dijo el escritor Rabindranath Tagore: “Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando”…
Karina.

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