El regalo más valioso es el tiempo.
Cuando un amigo nos pide algo, la palabra "mañana" no existe.
George Herbert.
Hace un par de años, Sven Haussner un psicólogo analítico alemán estudioso
de las culturas ancestrales, nos dijo en un taller de sueños un pensamiento
indígena que me puso a meditar: “Tenemos más tiempo que vida”. Luego explicó
que la conexión con la vida solo mira el instante presente y que quien mira el
tiempo esta mirando a la muerte. ¿Qué sentido tiene el tiempo para quien no está
vivo? Realmente tenemos más tiempo que vida.
La mente percibe el movimiento como un cambio de lugar en el espacio, por lo
que si no tenemos espacio no nos movemos. Así, el movimiento suele mirarse como
ir de un sitio a otro. Si estamos en A y vamos a B, hemos hecho un movimiento. En
las Constelaciones Familiares, aprendí que los movimientos del alma son lentos.
El movimiento interno no se da en el espacio, sino en el tiempo. El tiempo es
un espacio interior, si no tenemos tiempo no podemos desplazarnos
interiormente. Vamos dando un paso a la vez.
Al igual que yo, mucha gente invierte una gran cantidad
de recursos para ir tomando esta manera de relacionarnos. Sin embargo, en el
mundo andino esta es la manera natural de estar y no conocen una manera
diferente de vivir. Cada tarea se hace cuando hay que hacerla, sin quejas ni postergación.
Cada necesidad es urgente por la simple razón de que el momento siguiente es un
misterio, y no sabemos si tendremos tiempo para un siguiente momento. Así, cada
minuto se vive hasta agotarlo completamente. Si quieren o necesitan algo, se
hace inmediatamente.
A lo largo de nuestro recorrido, la vida me brindo mas de
una oportunidad para darme cuenta que en cada segundo estamos eligiendo entre
la vida o la muerte. Un día en que dos amigas cayeron en una escalinata de
piedra que llevaba del rio al refugio donde estábamos en la selva, pude ver de
cerca como en cada instante la muerte danza junto a la vida. Esa noche, reflexioné en la cantidad de tiempo que a lo
largo de mi vida he gastado enojándome, preocupándome, culpándome o culpando, sintiéndome
impotente, triste, apática, paralizada, perdida y tantas otras emociones
negativas.
No sé en donde leí una frase que decía más o menos
esto: “Para que el peregrino alcance su destino, es esencial que se mueva en
seguida”. Queda muy claro que si queremos conocernos y amarnos a nosotros mismo,
no debemos perder un solo segundo, pues siempre el ángel de la muerte nos acompaña.
Los indígenas piensan que un guerrero es alguien que ha aprendido a caminar al
lado de la vida y la muerte.
Osho dice: Muévete inmediatamente porque es urgente, pero
sin apuro, porque cuando te apuras, no estás completo, apurado estás siempre atrasado
y olvidas lo esencial. Sólo por ir apurado requieres de tiempo y no hay tiempo.
¡Este momento es todo! y ya la situación es urgente. El asunto es claro; la
situación es urgente porque no tienes garantía para el instante siguiente.
Tienes que empezar ahora mismo pues no puedes posponerlo más - -el futuro no es
seguro- -y no puedes vivir apurado porque el apuro toma tiempo. Silencioso,
pacíficamente, sin premura, sin tensión, sin angustia, corre hacia ti mismo al
instante.
Al regreso de nuestro iniciático viaje, tome la decisión de dedicar más
tiempo a mis relaciones, pues aunque tengo claro que la vida se trata de con
quién nos relacionamos y con qué propósito, frecuentemente me enredaba en la engañosa
trampa del tiempo. Al iniciar esta semana, me reuní
con una amiga a la que aprecio mucho. Ella está atravesando por una fase de
crecimiento de esas que vienen con violentas sacudidas, así que le reiteré que
la quiero. Aunque tenia mil y una cosas que hacer (para variar), me quede a
conversar con ella, comimos juntas, compartí mis impresiones sobre su tema y
luego fuimos juntas a la charla del mes que imparto.
Ella y mucha gente quedo sorprendida de que hiciera eso. ¿Acaso
no es lo normal? Me di cuenta que en los últimos años reduje ese tiempo
relajado de acompañar a la gente que quiero a casi nada. Siempre tenia muchas
cosas pendientes por hacer, o estaba preparando un taller, dando una
conferencia, de viaje, estudiando, etc. Viendo las cosas que hacia antes y las
que hago ahora, perdí espacio de compartir por producir.
¡Es tan fácil perder el camino! Mi amiga me miró con una expresión
entre agrado, incredulidad y sorpresa cuando le dije lo que siento por ella. Entonces,
vi una escena en la que sentada en la cama con mi padre enfermo él me dijo: “Hija,
sé que no viviré mucho tiempo…los momentos que marcan la vida: nacimiento y
muerte es para vivirlos en familia…la única compañía que quiero en este momento
es la de ustedes (refiriéndose a su última esposa y a sus hijos).
Esta petición podría sonar completamente natural en
cualquier persona, más no en mi papá, quien por muchísimo tiempo restó importancia a los
sentimientos, veía como algo una debilidad de carácter el mostrar las
emociones, pasó la mayor parte de su vida en soledad,
y consideraba una cursilería los
rituales de familia como son los nacimientos, cumpleaños, días de los padres,
madres, funerales, graduaciones, etc. Mi papá era un amante de la
intelectualidad, del estoicismo, el control mental, la autoridad sobre el
cuerpo y las circunstancias de la vida.
Tal vez puse una cara similar a la de mi amiga cuando le oí
decir: “La única muerte digna es la que nos llega cuando tenemos las cuentas
saldadas con la gente que amamos”. ¿Mi papá? Tal vez, los cuatro años que vivió
en Perú lo transformaron o seria la mujer indígena con la que tuvo al benjamín
de la familia (mis dos hermanos mas pequeños son peruanos), o saber que su pronóstico
era mortal. Quizás nunca tenga las respuestas, pero hoy recordé sus palabras.
Luego de conocer el diagnostico de mi papá, tuvimos una
semana para despedirnos y poner cancelar las cuentas pendientes. Durante ese
tiempo, me mostró su lado vulnerable y me legó importantes lecciones de vida. Dar
nuestro amor es urgente. A menos que no tomemos el entregar nuestra confianza al
amor como algo urgente para nosotros, podríamos morir “indignamente”, sin que
la gente que amamos esté clara de lo que sentimos hacia ellos.
Hoy, en medio de la agitación de un cierre de formación para
terapeutas en constelaciones, diligencias de bancos, supermercados, pagos de
servicios, citas con mi terapeuta corporal, entre otras cosas, estuve tan
tranquila como en mis días en la selva. No miré el reloj y flui de una cosa a
la otra en un espacio de no-tiempo en que me entregué a lo que ocurría en ese
momento. Almorcé con mi mamá y unas amigas, conversé con inusual tranquilidad
en la sobremesa, disfruté hacer las compras en el supermercado y asumí la
responsabilidad de no “controlar” lo que debía ocurrir en el trabajo con los
terapeutas.
Decidí
dar lo más valioso que tengo, mi tiempo, a la gente que aprecio. Reubiqué mis
prioridades y los coloqué en el primer lugar de mi lista. Después del Creador,
ellos son lo más importante. Así, quizás encontremos una vía para compartir la bendición que me pasó mi padre, y como dijo el escritor Rabindranath
Tagore: “Cuando mi voz calle con la muerte, mi
corazón te seguirá hablando”…
Karina.
Maquito leve...
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