Hace unos meses, mientras realizaba el cierre de mi primera formación en psicogenalogía
una querida me pidió que organizara un viaje místico a Machu Pichu. Mi respuesta
fue que podía acompañarles a ese y a cualquier otro viaje siempre y cuando no
tuviera nada que ver con organización, responsabilidades, logística ni ninguna
tarea que implicara ponerme en una posición de jerarquía con respecto a ellos.
Mi condición era hacer un viaje de “adultos” donde cada uno fuera
responsable de si mismo. Ese mismo día, les anuncié que en junio
Karina Malpica haría su taller de los “Animales de Poder” en Perú y les
comuniqué mi intención de ir. Cuando
recopilé toda la información necesaria
para el viaje en la página web de Karina, se la pasé al grupo y esta misma amiga se ofreció para
hacer todas las tareas que para mi son tan
fatigosas.
Así, de un modo misterioso que solo puede ser organizado por el Creador, “trece” personas nos embarcamos en un iniciático
viaje a Perú. Aunque suelo enseñar
en mis cursos y talleres que la aspiración
máxima de cada ser humano es dejar de ser una victima, y convertirse en el héroe
o heroína de su propia historia, en ese momento no podía sospechar el impacto
que esta realidad tendría en nosotros.
Paulo
Coelho le llama “Leyenda personal” al cumplimiento de esta saga. Antes, Joseph
Campbell describió el mismo proceso mediante su iniciático “Viaje del héroe”. Este
mismo transformador recorrido ha sido llamado por otros “Viaje del guerrero o náhuatl”,
cuya característica principal es el rito de iniciación que permite al
protagonista de la historia regresar a su clan como un héroe.
Los ritos
de iniciación surgen como concepto etnológico en el año 1909 por el antropólogo
francés Arnold Van Gennep, aunque son muchísimo más antiguos. Consisten en una ceremonia de iniciación donde
una persona debe pasar ciertas pruebas a fin de ser admitida en una comunidad,
secta, grupo religioso o logia. Básicamente
son un desafío que pone a prueba el valor y evalúa el nivel de
compromiso del aspirante.
Estos ritos
son una especie de muerte (simbólica) en
los que la persona renace con una nueva identidad, por lo que generalmente se acompañan
de un cambio de nombre. La pertenencia se marca con algún tatuaje, una cicatriz
originada por alguna mutilación ritual o la adquisición de un objeto simbólico
como una cadena, un dije, un anillo o alguna prenda de vestir. Todos los cuentas
e historias tradicionales relatan este viaje.
En algunas culturas muy antiguas se lleva a cabo un rito de
iniciación que simboliza el paso de la adolescencia a la adultez. En ellos el
joven es metafóricamente devorado por un monstruo, luego de un rapto del seno
familiar seguro. De este modo, después de pasar exitosamente por una serie de difíciles
pruebas en las que se da muerte al niño, el joven regresa a su grupo como un
adulto que ha ganado el derecho de formar una familia propia.
Un incidente ocurrido en el aeropuerto de Lima, en el que
una familia que nos acompañaba tuvo que lidiar con un inconveniente surgido
cuando por “error” la agencia repitió el nombre del padre en el pasaje de su
hijo menor (29 años), y la única solución fue comprarle otro pasaje para que
pudiera llegar a Cusco, me hizo decir que nuestro viaje se llamaba “Como
hacerse adulto en Perú”.
A partir de ahí,
fueron tantas y tan diversas las pruebas que atravesamos, que después de un
ritual que celebramos en “aguas calientes”, les dije al grupo que me comprometía
a enviarles cada día una tarea simple, cotidiana y fácil, que nos mantuviera
enfocados en lo que estábamos experimentando en el viaje, mientras las raíces
de las nuevas semillas sembradas en nuestro interior se fortalezcan.
Hoy compartí con ellos
la primera entrega de lo que he bautizado: "Cuarenta dias de
purificación en el agradecimiento consciente". El número 40 ha sido empleado
como simbolo de la necesaria purificacion de la materia para que pueda contener
un proceso espiritual de alta potencia. El resultado ha sido tan estimulante y
enriquecedor para mi, que les pedi a mis
amigos que me permitieran compartirlo con ustedes, los lectores de este blog.
Las tareas serán el resultado de
las reflexiones, hechas a posteriori, de las vivencias tanto de mis companeros
de viaje como las mias propias. Compartir mis reflexiones con ustedes es mi modo de honrar los regalos que
con tanta generosidad el 2012 (que es mi año) me ha ido entregando.
Invoco con profunda humildad a los Apus* de cada uno de
ustedes, para que estas anécdotas reflexivas y pequeñas tareas cotidianas,
les sean de tanta utilidad como han sido para nosotros trece.
Carpe Diem,
Karina Pereyra.
* Nota: Apu es una palabra quechua que abarca dos significados: 1-Montaña y 2-Dios. Los quechuas consideran que las
montañas son dioses, de modo que el carácter sagrado de las montañas es inmenso
por la creencia de que ellas son el dios protector que ayudaba y protegía a las
personas de la comunidad en la que se encuentran.
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